Hamlet, un héroe contemporáneo
SHAKESPEARE, William. Hamlet.
Editorial Cátedra. (13º ed. 2008)
Edición bilingüe del Instituto Shakespeare (Director Manuel Ángel Conejero)
Por: Sonsoles García-Albertos
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José Luis Gómez como 'Hamlet' en 1989. Ricardo Gutiérrez . El país. |
Hamlet ha pasado a la cultura popular como el
arquetipo del hombre que duda, y no está equivocada esta aparente
simplificación. Porque Hamlet duda de muchas cosas y lo hace de manera
polisémica. Cuando habla para los demás haciéndoles creer que no se sabe
escuchado, nos plantea sus dudas con metáforas y símiles que pueden querer
decir una cosa y la contraria. Por eso llevamos quinientos años
identificándonos con él, porque entre todas las cosas sobre las que no tienen
certezas es imposible que no encontremos la que a nosotros también nos
atormenta en cada momento que nos cruzamos nuestros caminos; y porque su manera
de verbalizar la duda, que nunca sabemos si es irónica o literal, nos deja
suficiente hueco para refugiarnos dentro y utilizar sus palabras como estructura
portante de nuestras propias incertidumbres. Por ejemplo, se pregunta, se
contesta y luego se enmienda la contestación a sí mismo:
"¿Qué es el
hombre, si el mejor uso y disfrute de su tiempo es dormir y comer? No es más
que una bestia. Cierto que quien nos creó con tan juicio, abarcando el pasado y
el futuro, no nos otorgó este don del cielo para que quedara enmohecido por no
usarlo." (Página 517)
Entre los temas que Hamlet comparte con el
espectador están la vida después de la muerte, la justificación moral de la
venganza, la lealtad, el concepto de familia, los engaños de los sentidos y los
engaños de la mente.
Hamlet leído en lugar de representado en un teatro
puede resultar abrumador y a la vez puede dejar más campo libre para que el
lector complete la lectura, ya que es él quien tiene que tomar todas las
decisiones sobre la jerarquización de temas que normalmente tomaría el director
de la representación. Es la obra más extensa de Shakespeare y esta
circunstancia tiene como consecuencia que haya texto suficiente para eliminar a
la hora de montarla en un escenario y que aún así resulte una tragedia cerrada.
Yo, al menos, nunca la he visto interpretada completa. Quizá en eso Hamlet se
esté quedando anticuado. Su extensión excede la concentración del hombre
audiovisual del siglo XX.
Sin embargo, hay un tema profusamente tratado por
Shakespeare que a Hamlet no le genera ninguna inquietud personal: él no ansía
el poder. Para eso quizá ya estén el Rey Lear o Lady Macbeth. Esto también nos
lo acerca a los espectadores de hoy, que nos sabemos sin ninguna capacidad de
transformación del mundo más allá de nuestras pequeñas vidas personales, como
Hamlet.
Aún así, en algunos aspectos, Hamlet nos es
imposible de comprender. Su amor o no amor por Ofelia no podemos deconstruirlo
con nuestros conceptos y nuestras experiencias. O nos lo trasladan a su futuro
(nuestro presente) los actores y el director o nos resulta ininteligible. Y
quizá el temor de Dios que expresa al principio de la obra también esté a punto
de ser antiguo y rancio para los que vendrán.
Hamlet duda... casi toda la obra. Las certezas
enraízan en él cuando no lo vemos, cuando está en un barco rumbo a Inglaterra y
descubre que su vida está en peligro. Por unas páginas el lector está
satisfecho porque su alter ego lo consigue: alcanza a descifrar el mundo y lo
que desea transformar de él. Pero no puede acabar así una tragedia que siga
emocionando. Desde el siglo XX, conseguir acceder a una vida sin la sombre de
la duda constante tiene que tener un precio. Un precio alto. En el caso de
Hamlet, el más alto: la muerte.
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