Hamlet: La ofelicidad en 140 caracteres - Lorena Salazar Masso



Lorena Salazar Masso

Crítica
Obra: Hamlet, Shakespeare.

La ofelicidad en 140 caracteres
Melancolía diaria en las redes sociales

La grandeza con que Shakespeare en Hamlet nos entregó un grupo de personajes que, con el tiempo, se convirtieron en arquetipos, es algo que será valorado eternamente.

Me centraré en uno de los arquetipos que ha marcado al mundo para bien y para mal, porque, aun hoy, Ofelia es la melancólica por excelencia que inspira a quienes conocen a Shakespeare y posee silenciosamente a los que no.

Hablaremos de la partida de Ofelia y el concepto de “ofelicidad”: cómo está formado a partir de la melancolía y cómo se ve reflejado en una de las redes sociales más importantes actualmente.

La partida

La forma de irse dentro de la obra, hizo que un personaje como Ofelia, se hiciera tan grande, que casi se salió de la misma. Ofelia en sí una obra porque el concepto de drama es inherente al ser humano, como el de melancolía a la naturaleza.

OFELIA (Cantando)

“¿Y no volverá otra vez?
¿Y no volverá otra vez?
No, no, porque ya está muerto
en su sepulcro de piedra
y nunca más volverá.
Su barba era cual la nieve;
su cabello, como el lino.
Se ha marchado, se ha marchado;
son vanos nuestros suspiros.
¡Dios se apiade de su alma!

¡Y de todas las almas cristianas! Así lo pido a Dios. Sea Él con vosotros. (Sale.)”

Sus últimas palabras, fueron pasado y futuro. Hablan de la tristeza de dos partidas: la de su padre y la suya, que nadie esperaba.

Su manera de irse no puede más que calificarse como trágica e histórica:

“Inclinado a orillas de un arroyo, elévase un sauce, que refleja su plateado follaje en las ondas cristalinas. Allí se dirigió, adornada con caprichosas guirnaldas de ranúnculos, ortigas, velloritas y esas largas flores purpúreas a las cuales nuestros licenciosos pastores dan un nombre grosero, pero que nuestras castas doncellas llaman dedos de difunto. Allí trepaba por el pendiente ramaje para colgar su corona silvestre, cuando una pérfida rama se desgajó, y, junto con sus agrestes trofeos, vino a caer en el gimiente arroyo. A su alrededor se extendieron sus ropas, y, como una náyade, la sostuvieron a flote durante un breve rato. Mientras cantaba estrofas de antiguas tonadas, como inconsciente de su propia desgracia, o como una criatura dotada por la Naturaleza para vivir en el propio elemento. Más no podía esto prolongarse mucho, y los vestidos cargados con el peso de su bebida, arrastraron pronto a la infeliz a una muerte cenagosa, en medio de sus dulces cantos”.






La ofelicidad

De su partida nace, pues, el concepto de la ofelicidad, que no es más que la felicidad al más puro estilo de Ofelia. Una felicidad trágica, melancólica y que muestra su máxima expresión a través de la muerte. Es una ausencia de felicidad mortal de la que es cómplice la naturaleza:

“…y los vestidos cargados con el peso de su bebida, arrastraron pronto a la infeliz a una muerte cenagosa, en medio de sus dulces cantos”.

“Etimológicamente, la felicidad viene del latín felix, felices, ‘fértil’, ‘fecundo’. Esta palabra tiene su origen en el mundo agrícola. Los poetas romanos hablaban de “arbor felix” para referirse a un árbol que daba muchos frutos. Plinio decía que los árboles que no daban frutos se llamaban infelices.

La felicidad es un estado del ánimo que supone una satisfacción. Quien está feliz se siente a gusto, contento y complacido. De todas formas, el concepto de felicidad es subjetivo y relativo. No existe un índice de felicidad o una categoría que haya que alcanzar para que alguien se considere como una persona feliz”. (Culturizando, 2013)

Fue la ausencia de esta felicidad, debido a los acontecimientos de la obra como la muerte de su padre y la actitud de Hamlet, lo que llevaron a Ofelia a un desenlace melancólico.

La ofelicidad, o, dicho de otra forma, la no felicidad de Ofelia, tiene su fundamento en la melancolía. La melancolía hizo parte de la tradición de occidente y de la que habló Hipócrates en La Teoría Humoral, donde asociaba este estado al otoño, pues cada humor de su teoría se veía relacionado a una estación de la naturaleza. La melancolía se asociaba al otoño porque era el sentimiento justo antes de la muerte, tal como se muestra en las últimas palabras de Ofelia:

“Se ha marchado, se ha marchado;
son vanos nuestros suspiros.
¡Dios se apiade de su alma!”

La melancolía ha sido catalogada y tratada de diferentes formas a través de la historia. En el siglo XIX se convirtió en arte y la psiquiatría se dio el permiso de catalogarla como histeria y esquizofrenia. (Sofía, 2018)

Según los estudios, la bilis negra estaba asociada a la melancolía y tenía su máxima manifestación en el otoño. El tratamiento recomendado por médicos era salir a dar caminatas y tomar el sol. Pero no todo era negativo. La melancolía se convirtió en la enfermedad de moda de la época. Se decía que los melancólicos tenían un conocimiento superior que iba más allá de lo normal.

Con el tiempo la melancolía dejó de existir como enfermedad y se manejó como un tema artístico y literario. En el barroco influyó la moda de las mujeres, quiénes hacían todo lo posible por tener un look otoñal y enfermizo. (Sofía, 2018)

En la literatura, los melancólicos por excelencia han sido Miguel de Cervantes y Shakespeare. De allí que Ofelia sea conocida como la melancólica más grande de la historia. El romanticismo sumado a esto, desencadenó una “moda” de suicidios en complicidad con la naturaleza.

La ofelicidad sale a flote cuando, en una circunstancia difícil, se unen la melancolía y el romanticismo, dando como único resultado la muerte. En el plano físico, lo hemos visto en los finales melancólicos de Virginia Woolf y Alejandra Pizarnik, pero adónde quiero ir con esto, es al drama que se desata cada día en una de las redes sociales con mayor influencia: Twitter.

Miles de personas se lanzan a la muerte en el timeline de Twitter cada día. Esto no significa que los suicidios han disminuido, pero la actitud melancólica y dramática de las personas ha invadido esta red social. Es más frecuente encontrar mensajes tristes, llenos de ira, desesperación y frustración, que palabras positivas.

Siendo un medio de expresión a la mano, Twitter es una corriente de melancolía constante. Es difícil salir de allí sin ser persuadido por un comentario que aparentemente es una queja, pero detrás del que se esconde una energía de tragedia reprimida.

Veamos algunos ejemplos:

¡Espera, no te vayas! Todavía puedo desesperarte más.

Lo que no te mata, a veces te rompe para siempre.

Crayolita @crayoliiita 23 may. 2018
Entre más bonito el día, más ganas de hacer drama.

Dios mío quítame este sueño o déjame en coma de una vez

Yo no me he enloquecido es porque me he hecho el bobo.

Todos merecemos una persona que se muera de amor por nosotros

Twitter es el único lugar en donde tus desgracias se convierten en favs. Valoremos más esta red amigos.

Luisito @esluisito 26 sept. 2018
Ni el calentamiento global ha podido derretir ese frío corazón que tienes.

Algún contador en mi Twitter???... que me enseñe a contar sin ella.


Es una ventana al desahogo de las personas, en la que muchas veces se pueden sentir comprendidos por otros, apoyados y en comunidad. La revolución de los medios ha hecho que las masas se acompañen, incluso alrededor de los temas más simples y cotidianos.

A partir del 2011 se hizo más notorio el uso de las redes sociales, y aunque tuvo grandes ventajas en términos comunicativos, también desencadenó una nueva problemática analizada en diferentes espacios a lo largo de los años.

“Se trata del primer estudio que vincula directamente el uso de las redes sociales a las enfermedades mentales, catalogándolas como causas de la depresión, la ansiedad, la soledad y otros problemas psicológicos. No es solo el uso de estas páginas y apps, sino el tiempo de navegación”. (Solís, 2018)

Aunque las redes sociales sean el epicentro melancólico actual, comparado con lo que podría pasar si se reprimiera el sentimiento, podríamos decir que es una gran ventaja contar con ellas. Viendo la plataforma como un canal de desahogo, es una gran herramienta de liberación. Desafortunadamente el mal uso de estas trae todo tipo de consecuencias en la sicología personal y los comportamientos sociales de todas las personas.

Así vemos como la melancolía, o la ofelicidad como la he llamado en este caso, está presente dondequiera que esté el ser humano porque al final nace de una necesidad de atención y expresión que, si no se libera, puede desencadenar en un final cenagoso, como el de Ofelia.


BIBLIOGRAFÍA

Hamlet, Shakespeare.
(Sofía, 2018) Hasta nueva orden no cantaremos el amor.(Solís, 2018) Un estudio vincula redes sociales y depresión.(Culturizando, 2013) El maravilloso mundo de las palabras: origen y significado de ‘felicidad’.
(2018-2019) timeline Twitter.

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