Hamlet y la tensión narrativa


Hamlet. William Shakespeare. Ed. Cátedra 2006 

Por: Álvaro Jarillo - Turno de tarde
Hamlet y la tensión narrativa

Hamlet es considerada como un obra universal por el carácter atemporal los temas que trata. La tragedia de la muerte, la venganza, el engaño, el destino o la fugacidad de la vida son asuntos que siguen rodeando todos los actos de nuestra existencia. Estos temas son tratados, en ocasiones, con gran solemnidad y profundidad, como cuando Hamlet se hace preguntas que dan pie a reflexiones a través de los soliloquios: "¡Qué insípidas se presentan ante mi las cosas de este mundo!" (p.130) o   "¿Por qué han de arrastrarse hombres como yo entre el cielo y la tierra?" (p.357).

La obra también aborda otros muchos subtemas que acompañan al conflicto principal y que permiten que siga siendo atractiva en nuestros días por la vigencia de cuestiones como la crítica a los excesos del poder  ("Esas orgías licenciosas son causa de crítica y deshonra" p.175), la falta de honradez de los hombres ("Uno entre mil hay, según va hoy el mundo" p.265) o el papel del teatro ("El resumen y crónica del presente" p.323).

Uno de los valores de esta obra al que en ocasiones no se le da mucha relevancia es el ritmo que consigue la obra gracias a algunas herramientas y nexos que consiguen crean gran tensión narrativa. La evolución de la trama desde el comienzo hasta la tragedia final está diseminada de elementos que interpelan al lector y abren expectativas para saber qué es lo que va a ocurrir. Así, por ejemplo, desde el comienzo encontramos frases que anuncian la venganza de Hamlet ("La infamia saldrá a la vista, aún sepultada por la tierra" p.149), escenas que se cierran anunciando otra acción posterior ("La representación será la trampa donde caerá la conciencia del rey" p.335), giros en la trama que se alejan de lo esperado (Hamlet puede matar al rey que está arrodillado y decide dejarlo con vida, "¡Medicina te doy que prolongará tus días enfermos!" p.445) o escenas que se cierran con acciones aún no terminadas (el rey manda a Hamlet a Inglaterra para que muera, "Hasta que eso no se haya consumado mi dicha no comenzará" p.509).

La puesta en escena va siempre acompañada de tensión narrativa y se logra interesar al lector sin necesidad de grandes alardes figurativos ni excesivos efectos teatrales o cambios de escenario. Es la propia acción la que va absorbiendo a los personajes y al lector hasta culminar en el desenlace final con tintes de tragedia. Gracias a la concatenación de estos elementos que crean tensión narrativa, la trama mantiene un ritmo que se incrementa a partir de la división de la acción en escenas cortas que dan mayor dinamismo a la obra. Todos los personajes tienen algo que aportar a la acción principal y a su desarrollo. Así, el acto final va precedido de elementos que abren posibilidades y expectativas, como cuando el rey manda preparar una copa con veneno por si Laertes perdiera el duelo ("En caso de que escapara al veneno de tu espada" p.593), y la escena final reúne en la gran tragedia a todos los personajes junto con los elementos que han ido contribuyendo antes a la tensión narrativa final (floretes, copas envenenadas y vuelta de Fortinbras).


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