Lectura crítica. Primer semestre                                                                                  Prof. Ignacio Ferrando

Novela: Cosmos

Alumno.: Ramón Hermosilla



            SIMBOLISMO RELIGIOSO EN COSMOS DE WITOLD GOMBROWICZ



            El objetivo del presente análisis es describir los símbolos y referencias religiosas que, a lo largo del texto de la novela Cosmos de Gombrovicz, aparecen como marco general en el que se mueven los personajes y, en especial, su protagonista Witold. En concreto me refiero a los símbolos o referencias existentes en la religión católica.

            Con carácter previo a la revisión del texto es necesario contextualizar la novela en la Polonia en la que se suceden los hechos y el recuerdo que debió quedar en el autor, de su país natal, antes de su forzado exilio en Argentina tras pillarle, en este país, la invasión nazi.

            Si bien es cierto que en el momento de la creación de la Segunda República de Polonia en 1918 existía en ella una multiplicidad de culturas y religiones, fue la Iglesia católica la que se impuso con mas fuerza en ese país desde su constitución y esa fue, por tanto, la Polonia en la que Gombrovicz   creció.

            La fuerza de la Iglesia católica ha sido tal en la historia de Polonia desde entonces que, ni la invasión nazi, ni el régimen soviético posterior, consiguieron que disminuyera su influencia en el pueblo polaco. Incluso hoy en día es uno de los países más católicos de Europa.

            La proyección que hace por tanto Gombrowicz en su novela está marcada, en su trasfondo, por una religiosidad cultural católica enraizada en la vida de los personajes. Sobre todo, como veremos, aparece de forma destacada la relación entre el deseo sexual que el protagonista (como adolescente tiene) y el pecado.  

            El texto de Cosmos comienza en su Capítulo primero con una imagen impactante que arrastrará todo el libro: un gorrión colgado.

            Era un gorrión. Un gorrión colgado de un alambre. Colgado. Con la cabeza inclinada y el pico abierto.”

            El gorrión es un animal que aparece en varias ocasiones en la Biblia y es habitual que muchas representaciones religiosas estén adornadas con gorriones.

            Entre las distintas menciones a gorriones hay un Salmo en concreto que llama la atención cuando lo enmarcamos en el devenir del texto de Gombrovicz. El Salmo dice así:





            "Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner       sus pichones, junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios".       (Salmo 84,4)





            Si lo ponemos en contexto, justo después de que apareciera el gorrión, Fuks y Witold encuentran la casa donde se acogerán.



            Pero, más allá de la literalidad del texto religioso, la interpretación de este Salmo viene a representar una peregrinación hacia un Templo, aunque también se asimila generalmente a una peregrinación personal. Witold experimenta un poco de las dos en la novela.



            Desde entonces y a lo largo de todo el texto continúan apareciendo los símbolos religiosos o referencias a conceptos o ideas religiosas.



            Sin irse mucho más adelante en el texto, nada más encontrar la casa donde van a vivir temporalmente los protagonistas, todavía en el Capítulo primero, cuando Witold conoce a Katasia y siente una atracción sexual hacia ella al ver su boca, Gombrovicz acude a comparar la boca de Katasia a la de un reptil que incita a Witold al pecado carnal.



            De un lado tenía la boca como estirada, y ese alargamiento, mínimo,          provocaba un enroscamiento del labio superior que saltaba o se       deslizaba como un reptil, y aquel deslizarse accesorio, fugitivo, tenía     una frialdad reptiloide, batrácica, que a mí me encendió e hizo arder de inmediato,  …”



            Y acaba la frase



            “…,pues era el oscuro pasadizo que conducía hacia un pecado carnal            …”



            Al leer estas líneas no es difícil encontrar parecido con la parábola de la serpiente que conduce a Adán a comerse la manzana. A pecar.



            Las referencias religiosas continúan produciéndose intermitentemente de manera constante.



            En este sentido señalemos que, tras el ahorcamiento del gato que ejecuta el protagonista-tras desbaratarle una escena voyerista erótica la aparición de una “tetera” (a la que, por cierto, más adelante en el libro viene a asimilar a la de la aparición de un sacerdote)-cuando éste recuerda que junto al gorrión y al gallo ya forman tres ahorcados. Llega a decir “Un hecho puro. Tres colgados” ¿no podría asimilarse esta referencia a las tres cruces en el monte del Calvario?



            Igualmente en ese mismo capítulo dice Witold “No se trata de algo sin importancia, sino de una acción que había realizado consciente y voluntariamente, amén. Amén. Amén”



            En el capítulo sexto durante el viaje a las montañas planificado por Leon, al describir Witold lo que ve y siente en el trayecto dice: “Dios mío, cosas de la locura, jamás antes vistas, ¡felicidades tutifruti, comed y bebed”. Ese “comed y bebed” sin duda recuerda parte de la ceremonia de la eucaristía católica.



            Además, durante ese viaje en calesa en el mismo capítulo sexto, tras recordar una vez más al gorrión y hablar de un no-gorrión Witold exclama: “¡Dios mío! ¡Qué alegría ver pronto aquel pájaro solitario planeando por encima de todo!” Y un poco más abajo añade: “Aquí en cambio en medio del azul del cielo y un pájaro reina -¡Hosana!-“(ambos página 138) y a las pocas líneas(página 139) aparece de la nada un sacerdote. No un rabino o un soldado: un sacerdote con sotana.



            Este sacerdote cuya aparición asimila (como mencionaba más arriba) con la aparición de una tetera(quizá como un catalizador del pecado) que interrumpió una escena pecaminosa, se convierte en el centro de la cavilación de Witold al final de capítulo sexto(pag.144) con referencias al pecado y su estrangulamiento del gato o las tentaciones sexuales que él experimenta con Lena.  



            “¿Qué cosa? Un pecado. ¿qué pecado? El estrangulamiento del gato.           Tonterías, ¿qué pecado podía haber en estrangular un gato…?........”



Y en el siguiente párrafo:



            “…,Lena frente a mí y sus manos y toda esta trama de manos-mis       manos, las manos de Lena, las manos de Ludwik- había tenido una    revitalización debido a las manos del sacerdote con sus gordos           dedazos,……….¡Dios mío, Dios misericordioso! ¿por qué no es posible          concentrar la atención en nada? ...”



            Del mismo modo en la página 229 ya al final de la novela al hablar del sacerdote, que lo ve cerca de él, Witold reflexiona:



            “…-no lo había visto antes, había salido Dios sabe de dónde-con sus dedazos campesinos, trituradores. Con la sotana. El paraíso y el infierno. El pecado. La santa Iglesia Romana, nuestra madre. El frío confesional. El pecado. In secula saeculorum. La iglesia. El frío confesional. La iglesia y el Papa. El pecado. La condenación. La sotana. El paraíso y el infierno. Ite missa est. El pecado. La virtud. El frío confesional- Sequentia sancti…La iglesia. El infierno. La sotana. El pecado…El frío confesional.”



            Estas continuas alusiones al pecado intercaladas en pensamientos algunas veces sexuales ( tanto de Witold como de Leon) , otras relacionadas con la muerte (sobre todo al final del libro cuando mezcla en varias ocasiones el gorrión, el palito, el gato y LudwiK) reflejan una evidencia de una sociedad imbuida en un sentimiento profundamente religioso que les impone unos límites morales que les produce infelicidad y angustia.



            En las manifestaciones de Leon las referencias religiosas también son constantes a lo largo de la novela y se encuentran mezcladas con las normas estrictas de la época. Destacaré entre ellas cuando recuerda el día que fue infiel a su mujer mientras se lo cuenta a Witold: “…el fervor de Leon, quien continuaba sumido en recuerdos de aquel día de hace veintisiete años cuando perdió el camino… ¡Uff! Virgen Santísima, ¿lo sabes tú? Porque yo no, olvidarolo ,perdiorolo ,los pies, dónde , en que, Virgensaza, algo viene a mí, no, se retira, Jesusazo, Mariaza, mi pobre cerebro…” en claro sentimiento de culpa por el pecado cometido.



            Como colofón el libro acaba en su último párrafo con un diluvio. Quizá metáfora del castigo que sufren Lena y Witold. Ella enferma de anginas, y él vuelve a la mala relación con su padre:



            “ …a la luz de estas linternas descubrimos que estábamos en medio del diluvio …y allá, allá, sobre nosotros, el diluvio, diluviaba, todo caía, se derrumbaba;..” 



            Como hemos podido comprobar la simbología religiosa es una constante en la novela Cosmos lo que, por otro lado, coincide plenamente con la Polonia en la que el protagonista Witold vive su “aventura” de adolescencia.



           




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