Cosmos - Marianne Peralta




Ignacio Ferrando

Lectura Crítica I

Witold Gombrowicz: Cosmos

Annett Marianne Peralta Arteaga


Resumen
El presente artículo tiene como objetivo principal analizar el proceso que experimenta el ser humano, al enfrentarse al hallazgo de lo inexplicable, a través de la obra literaria Cosmos del autor polaco Witold Gombrowicz.  
Cabe destacar que dicho análisis se delimitará al desarrollo de la siguiente tesis: El hallazgo de lo inexplicable motiva al ser humano a emprender la búsqueda de la verdad. Sin embargo, cuando dicha verdad refleja o demuestra un exceso de realidad, el hombre se introduce en el diluvio de la tempestad, la cual posee en su vientre la siguiente afirmación: la realidad no basta, no es suficiente para ser considerada verdad.

Cosmos
Los seres humanos, por naturaleza, anhelamos poseer, experimentar y palpar la única e irrefutable verdad que nos redima de nuestras dudas e inseguridades, es por ello que a lo largo de la historia, el hombre ha recorrido diversos senderos, con la finalidad de adentrarse en aquel camino que le permita otorgar un orden al caos y por ende guiarlo hacia el encuentro con la realidad.
Witold Gombrowicz, fue un autor polaco caracterizado por realizar profundos análisis psicológicos a través de sus historias y albergar en su prosa deliciosas pinceladas del absurdo. En su obra literaria Cosmos, retrata el proceso de la búsqueda de la verdad a través de una historia excéntrica, en donde diversos acontecimientos inexplicables logran sembrar en el protagonista un impulso obsesivo por obtener aquellas respuestas que le otorguen una resolución convincente de la causa de los hechos.
A través de las palabras de Gombrowicz en Cosmos, podemos contemplar cómo el ser humano, al enfrentar el hallazgo de lo inexplicable, inevitablemente emprende la búsqueda de la verdad, sin embargo, cuando dicha verdad refleja o demuestra un exceso de realidad el hombre se introduce en el diluvio de la tempestad, la cual posee en su vientre la siguiente afirmación: la realidad no basta para ser considerada verdad.
Gombrowicz demuestra el descubrimiento de lo inexplicable al exponer al protagonista ante elementos carentes de una conexión entre sí:  un gorrión colgado, un palito colgado, un gato colgado, un hombre colgado, flechas, huellas, bocas que se atraen, bocas que se repelen, una rana, una tetera fuera de contexto.
Dichos elementos motivan a Witold, personaje principal, casi de forma obsesiva, a encontrar una respuesta. A lo largo de la historia, sus pensamientos se entretejen forjando una red de resoluciones aparentemente aceptables.
Su necesidad de organizar y asociar dichos elementos es palpable, dejando a su paso una bruma rebosante de empatía, pues “cuando percibimos aquello desconocido, sentimos incomodidad, por lo tanto, lo primero que intentamos es darle una forma: imaginamos asociaciones, buscamos referencias, creamos analogías, en un intento de acercar el caos al terreno de lo conocido. Pero estos mecanismos son arbitrarios y dependen de cada uno, o de la cultura que cada uno tiene asimilada.

Dado que nosotros construimos nuestros mundos por asociación de fenómenos, no me sorprendería que en el principio de los tiempos haya habido una asociación gratuita y repetida que fijara una dirección dentro del caos, instaurando un orden. (Gombrowicz, 2004, pág. 9).

Sin embargo, al observar la creación del protagonista, una red desproporcionada, desde una perspectiva externa, la incongruencia es evidente. Los pensamientos que poco a poco va regurgitando Witold, no son distintos a los pensamientos que genera el ser humano al enfrentarse al caos.

¡El gorrión! ¿El gorrión! En realidad ni Fuks ni el gorrión me interesaban mayormente, las bocas eran por supuesto mucho más inquietantes… así pensaba en mi distracción… y por eso hice a un lado al gorrión para concentrarme en las bocas, pero esto provocó una desagradable partida de tenis, pues el gorrión me arrojaba a las bocas y las bocas al gorrión, y así me encontré entre el gorrión y las bocas; cada uno de esos puntos se cubría con el otro; cuando lograba llegar a las bocas, vorazmente, como si las hubiese perdido, sabía ya que más allá de este lado de la casa estaba el otro lado, más allá de las bocas se hallaba a solas el gorrión ahorcado. (Gombrowicz, 2004, pág. 25).

El comportamiento del juicio de Witold, es el nítido reflejo de los pensamientos humanos, sin embargo cómo se realiza este análisis trepidatorio ante lo inexplicable, a dónde acude el hombre en busca de respuestas.
Existen tres senderos complementarios y simultáneos que se albergan en el núcleo de la médula cerebral: “la propia experiencia, en forma directa por medio de los sentidos o con la ayuda de instrumentos; el raciocinio sobre esos datos o sobre conocimientos previos; la aceptación de conocimientos recibidos de otros en un intercambio cultural en la familia, la escuela, la palabra escrita.” (Carreira, 2009).
Estos tres caminos son las vasijas donde yace la fragmentación del conocimiento humano. Los individuos transitan estos senderos con frecuencia, anhelan hallar respuestas y verdades forjadas meticulosamente, capaces de saciar su hambre de veracidad y su sed por conocer la realidad.

Cuando dichas verdades proporcionadas no sacian al receptor de instintos obsesivos, la sensación de incomodidad que se vive ante el caos resurge, e inevitablemente el individuo recibe el trago amargo de la decepción. En Cosmos, dicha amargura líquida, es representada a través de una tetera.

Quedé aniquilado. Él le enseñaba una tetera. Una tetera. Ella estaba sentada en una silla, junto a la mesa, con una toalla de baño sobre los hombros a guisa de chal. Él estaba de pie, en camiseta, y le mostraba una tetera que tenía en la mano. Ella miró la tetera. Dijo algo. Él respondió.
Una tetera. Estaba preparado para todo. Para todo menos para ver una tetera. Hay una gota que hace derramar el vaso, algo que resulta ya “demasiado”. Existe algo así como un exceso de realidad, una abundancia que ya no se puede soportar. Después de tantos objetos que no soy capaz de enumerar: agujas, ranas, gorrión, palito, vara, puntilla, cáscara, cartón, etcétera, etcétera, chimenea, corcho, ranura, canalón, mano, pelotitas de miga, etcétera, etcétera, terrones, red, alambre, cama, piedrecillas, mondadientes, pollo, eczemas, bahías, islas, agujas, y así por el estilo, sin parar, hasta el aburrimiento, hasta el hastío, y ahora esa tetera, sin venir a cuenta, sin que tuviera nada que hacer, como algo extra, gratuito, como un lujo del desorden, como un donativo, un presente del caos. (Gombrowicz, 2004, pág. 87).

La puesta en escena de la tetera en el momento en el cual Witold espera contemplar el cuerpo desnudo de Lena es la leña que reaviva el fuego del caos, es el trago amargo de la decepción, es aquella realidad que no se puede digerirse a causa de su exceso.
Cuando hay demasiada realidad en el plato, el alimento se rechaza, se desecha, no se acepta y es ahí, en este clímax del rechazo, proveniente del caos, cuando la realidad no basta para ser considerada verdad.

Sonreí a la luz lunar ante la plácida idea de que la mente es impotente frente a la realidad que la supera, la anula, la burla... No existe una posibilidad irrealizable... Toda trama es posible. (Gombrowicz, 2004, p. 208).

Recorrer las páginas de Cosmos, es transitar aquel proceso que experimenta día con día cualquier individuo. La búsqueda de la verdad ante lo inexplicable es excitante, llena de misterios atractivos y seductores para los buscadores empedernidos, sin embargo, cuando la decepción se hace presente, es inevitable recaer en el sufrimiento de la tempestad, el caos, el diluvio: “Fue entonces a la luz de esas linternas que descubrimos que estábamos en medio del diluvio”  (Gombrowicz,1997, p. 235). 
La necesidad de alimentarse de verdades forjadas por medio de fragmentos de conocimiento, para sobrevivir transmuta hoy en día en un proceso cotidiano, sin embargo, lo seres humanos jamás lograremos saciar nuestra hambre de verdad.  Gombrowicz expone de forma clara y concisa esta afirmación: “la mente es impotente frente a la realidad que la supera” (Gombrowicz, 2004, p. 208).






Bibliografía:

Castro, Alan. (2010). Las insistencias del sentido. Un acercamiento a Cosmos, de Witold Gombrowicz. enero 2, 2019, de Revista Ciencia y Cultura Sitio web: http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2077-33232010000200004

Carreira, M. (2009). El hombre, buscador de la verdad. enero 4, 2019, de rsanzcarrera Sitio web:https://rsanzcarrera3.wordpress.com/2009/10/23/el-hombre-buscador-de-la-verdad/

Costa, L. (2009). Cosmos. enero 3, 2019, de lilianacosta Sitio web: https://lilianacosta.com/cosmos/

Gombrowicz, Witold. (1997). Cosmos. Barcelona: Planeta.

Gombrowicz, Witold. (2004). Cosmos. Buenos Aires: Seix Barral.

Molina, M. (2008). La ficción rugosa. enero 2, 2019, de Letras Libres Sitio web: https://www.letraslibres.com/mexico/la-ficcion-rugosa

Moreno, M. (2014). Wiltold Gombrowicz, un precursor de las literaturas del yo. enero 4, 2019, de Clarín Sitio web: https://www.clarin.com/ficcion/witold-gombrowicz_0_SklM8q5qDXe.html





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