Resumen
El objetivo principal del presente artículo radica en explorar la primera obra literaria del escritor francés Albert Camus, El extranjero, a través de la siguiente perspectiva: el ser humano nace siendo un ente fragmentado, apartado de su propia esencia, únicamente el extranjero, un hombre ajeno a las estructuras impuestas y a los arquetipos arraigados es capaz de encontrar en aquella vasta galería de máscara un solo cuerpo, al cual denominamos existencia
El Extranjero
Albert Camus, escritor francés caracterizado por contribuir en el pensamiento filosófico conocido como absurdísimo, en su obra literaria El extranjero retrata a través del personaje principal, Meursault, a un hombre ajeno a este mundo, un individuo que se desprende del pacto social, un ser humano “arrojado a una vida sin sentido” (Moncada, 2019, p.1) capaz de experimentar y palpar su existencia.
A través de esta historia, Camus revela a aquel individuo auténtico y libre de convenciones al cual todo ser humano debería aspirar. Meursault posee la capacidad de disfrutar de aquellos momentos que le otorga el día a día, sin afanarse por el porvenir: “Hacía mucho calor en la oficina, y cuando salí, al atardecer, gocé viniendo lentamente, a lo largo de los muelles. El cielo era verde y me sentía contento. Con todo, volví a casa porque quería hacerme patatas cocidas” (Camus, 2017, p.33).
Sin embargo, a lo largo de la obra primogénita, el comportamiento y los pensamientos del protagonista fungen como el contraste que devela el progresivo desmoronamiento de la sociedad actual: “Todo era tan natural, tan bien regulado y tan sobriamente representado que tuve la impresión ridícula de ser miembro de la familia” (Camus, 2017, p.75).
En la actualidad, la sociedad contemporánea ha forjado sus cimientos a partir de aquellos fragmentos que considera convenientes, eficaces e ideales, con la finalidad de establecer un sistema que asegure el progreso y la evolución de todos lo individuos que la conforman. Sin embargo, dicha selección ejecutada de forma minuciosa y subjetiva ha logrado penetrar el núcleo fetal: espacio en donde se forja la existencia del ser humano.
Los fragmentos han transmutado en arquetipos, los cuales día con día, orillan a los individuos a formarse, crecer y madurar bajo la influencia de un contexto cultural heredado.
Cuando el ser humano experimenta el primer respiro de tiempo, su voz no es una, sino la composición de una vasta galería de máscaras.
Los pensamientos y la experiencia de la realidad no son esquemas propios e individuales, sino un conjunto de legados que apartan al hombre de su existencia. Las teorías del inconsciente colectivo de Carl G. Jung conciben a los arquetipos como:
Figuras arcaicas de la mente, y que no son el producto de las vivencias particulares, sino de la acumulación de experiencias que se van produciendo en la historia de toda la humanidad y que se imprime y codifica a manera de símbolos. (Mares,2002, p.7).
Sin duda alguna, el ser humano nace siendo un ente fragmentado, sus comportamientos y pensamientos se forjan a través de arquetipos impuestos, los cuales han dado origen a un mito colectivo, una conciencia global. Dicha conciencia colectiva “es el pacto tácito que permite a los individuos vivir en comunidad” (Argas, 2019, p.1).
Camus ilustra el pacto táctico, al revelar una sencilla afirmación: En nuestra sociedad un hombre que no llora en el funeral de su propia madre corre el peligro de ser sentenciado a muerte (Camus, 2017, p.121).
El extranjero, un hombre ajeno a las estructuras impuestas, a los arquetipos arraigados, indiferente ante los rituales y parámetros de comportamiento de la sociedad, es el único individuo capaz de encontrar en aquella vasta galería de máscara un solo cuerpo, la existencia
Al igual que cada uno de nosotros, Meursault, se desarrolla dentro de una sociedad en donde las normas estándar de comportamiento y raciocinio deben ser acatadas de forma casi instintiva. Aquellos individuos que se atreven a desafiar la fragmentación social, presentando comportamientos excéntricos, indiferentes y actitudes antisociales en los ámbito religiosos y éticos, son inmediatamente clasificados como extranjeros.
Los extranjeros, ante los ojos de las masas, son aquellos individuos invasores que merecen ser desterrados y erradicados antes de que logren penetrar en los cimientos sociales y provocan el hundimiento de un sistema perfectamente estructurado, pues aquel que no juega el juego bajo estas reglas se autocondena.
Camus escribió un prólogo para una edición norteamericana del extranjero, en el cual menciona lo siguiente:
El héroe del libro es condenado porque no juega el juego (…), porque rechaza mentir. Mentir no es sólo decir lo que no es. También y sobre todo significa decir más de lo que es, y, en lo que respecta al corazón humano, decir más de lo que se siente. Esto es algo que hacemos todos, a diario, para simplificar la vida. Meursault, contrariamente a las apariencias, no quiere simplificar la vida. Él dice lo que es, rehúsa enmascarar sus sentimientos y al instante la sociedad se siente amenazada… No es del todo erróneo, pues, ver en El extranjero la historia de un hombre que, sin actitudes heroicas, acepta morir por la verdad.
Las páginas del Extranjero fungen como el espejo retrovisor de la actualidad, ya que a través de él, es posible observar aquello que se ha dejado atrás, la individualidad y la libertad de la humanidad.
El retorno hacia la existencia únicamente parece posible a través del desprendimiento total de aquella sociedad consagrada a la hipocresía. La muerte podría figurar como aquella alternativa viable que redima y libere a la humanidad de su prisión.
Bibliografía:
Camus, A. (2017). El Extranjero. Madrid: Alianza.
Moncada, G. (2019). El extranjero, de Albert Camus. enero 5, 2019, de Otro Ángulo Sitio web: http://www.otroangulo.info/libros/el-extranjero-de-albert-camus/
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