El hombre que deseaba sentirlo todo

El hombre que deseaba sentirlo todo.

(La búsqueda de la muerte, le llevó a darse cuenta que la belleza es muy diferente a los que todos piensan)

La muerte en Venecia es una obra en la que Von Aschenbach, un escritor perfeccionista persigue la muestra honesta y mortal de la belleza. La fuerza poética que arrastra cada una de sus páginas nos obliga a entender la obsesión que Aschenbach tiene por Tadzio. obsesión que retrata de manera poética y cruda los extremos de la juventud y vejez , la estabilidad e inestabilidad,  el pasado y  futuro, la belleza y muerte. Es la mancha que hasta el ser más pulcro y perfeccionista como lo es Von Aschenbach lleva en el alma y trata de ocultar hasta llegar el momento de vivir los placeres de la belleza  en su infinita e incontrolable expresión. Es el retrato de la licencia carnal que tiene el poeta sobre todo aquél que no ha sido tocado por la musa. Ese embelesamiento  que ejerce lo divino sobre lo mortal. Es un juego en el que el personaje del escritor confirma que la verdadera belleza se puede encontrar en los momentos de luz pero también en los de profunda oscuridad. Estado mortuorio del  alma  por el que hemos atravesado todos  en búsqueda del sentido de la vida y de la mortalidad de lo convencional, en el que solo podemos revivir cuando nos animamos a probar la putrefacción que esconde el clímax de la belleza al fondo del fruto prohibido. La mayoría de nosotros solo encontramos un sentido cuando salimos a flote de entre el caos de la peste de las aguas y para no morir como el personaje que se dejó acompañar por el arte hasta el último momento de su vida. Es el arte lo que a nosotros nos da vitalidad, esa capacidad de crear y de no tener miedo de mirar de frente la tragedia para disfrutar del amor y la pasión.  La muerte en Venecia es la lucha entre el cociente y el subconsciente, la manifestación de los deseos reprimidos y del abuso al conseguirlos. Es un Buffet de estímulos extrasensoriales que tiran hasta romper de lo socialmente correcto, a través, de dos personajes que explotan a conveniencia una relación prohibida.  La muerte en Venecia nos abre los ojos, al hacernos comprender que el valor que le otorgamos al juicio burdo de la sociedad no realmente cobra su excesivo valor cuando nos damos cuenta que el mayor precio que hemos pagado es el de habernos privado de vivir al máximo los días que jamás volverán. La constante prueba de salir terriblemente limpio de entre la mierda o terriblemente sucio pero con una sonrisa en el rostro. 


Gabriela A. Grajeda

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