La originalidad de Shakespeare en Hamlet


La originalidad de Shakespeare en Hamlet

¿Qué es más difícil: desarrollar una idea original o adaptar una historia real con originalidad?
Sí partimos de que ser original tiene criterios como la novedad, el ser inédito, auténtico y el primer modelo; tal vez la historia de Hamlet no cumpla con tales expectativas, pero si tomamos en cuenta la definición de Goethe: “La originalidad no consiste en decir cosas nuevas, sino en decirlas como si nunca hubiesen sido dichas por otro”, descubriremos que esté Hamlet es único.
Shakespeare es considerado por Víctor Hugo un hombre océano en donde se hallan las contrariedades: blanco-negro, tinieblas-luz, furia-dulzura; todas las posibilidades en progresión y matizadas. Un alma contradictoria que se expande y logra replicar su yo. Autor que supo manifestar las luchas políticas, los odios religiosos, los rencores, las venganzas, las pasiones y mezquindades de un pueblo que exigía sangre. Un observador inteligente que se aventuró a reescribir la historia real del príncipe Amled, narrada por el historiador Saxo Grammaticus que a su vez la extrajo de la saga islandesa. Pero, si Shakespeare toma una historia ya existente, ¿donde radica su originalidad?
Víctor Hugo manifiesta que Dios utiliza como medio al hombre para crear Arte. El hombre con un cerebro humano, en especial el poeta, se cuestiona, medita y se adentra al terreno de las tinieblas (la pregunta o el problema del alma) con el fin de alcanzar la persistencia del yo, algo que Shakespeare logra gracias a mostrar esa reflexión, esa emoción, la consternación; el poder de sacudir, de abatir lo que uno espera, de sorprendernos y no limitarse.
Shakespeare continuamente se pregunta por qué y esta pregunta es el impulso de la imaginación que en su caso rompe con la realidad, o la manifiesta de tal manera que crea una contraposición.
El inglés no teme confrontar al ser humano, viajar hacia aquella oscuridad que muy pocos se atreven a visitar. Con Hamlet lanza una interrogante ¿Qué es mejor vivir o morir? ¿Permanecer pasivo o accionar? ¿Ser o no ser?
En esta duda unifica a todos los personajes que, igual que el protagonista titubean, desean aquello que a su vez rechazan. Muestra esa sepultura abierta en donde hay ira, furia, sarcasmo, ansiedad e indecisión. Un malestar del alma.
Es justo esta incomodidad donde encontramos la singularidad de este texto, ese cómo decir lo que un hombre que al sumergirse en sí mismo halló para reflejar en su escritura, a través de los personajes que se debaten entre ser o no ser.

Marisol Torres 



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