Naufragar o la belleza
Máster
de narrativa, Escuela de Escritores
Dolores Almudéver, Febrero 2019
Tarea 7: La muerte en Venecia
Dolores Almudéver, Febrero 2019
Tarea 7: La muerte en Venecia
NAUFRAGAR O LA BELLEZA
La
muerte en Venecia nos lleva de la mano por el tortuoso camino que
emprende hacia lo desconocido, ya en la madurez, el afamado escritor
Gustav von Aschenbach. Dejando atrás su Munich acomodado y burgués,
el autor sale a la búsqueda de un destino donde pasar el verano con
un doble propósito: tomar distancia con respecto a su entorno
cotidiano y coger fuerzas para retomar su obra inacabada. Sin
embargo, en Venecia encontrará, encarnada en la figura del
inalcanzable Tadgio, su propia verdad. Y con ella, al mismo tiempo,
su destrucción y su salvación. La travesía resulta igual de
arrebatadora para el protagonista de la obra de Thomas Mann que para
sus lectores.
Uno
de los puntos clave de la obra de Mann es su capacidad evocadora. El
autor logra transmitir con viveza los complejas estados emocionales
que el protagonista atraviesa. Así, un narrador que parece
invitarnos en los primeros capítulos a asomarnos a la vida anodina
de un autor afamado entregado a una rutina aséptica, nos sumergirá
en los siguientes en un trayecto suicida hacia la belleza y la
entrega a las pasiones; una identidad largamente negada por
Aschenbach. Otro elemento destacable de la novela es la construcción
de exóticos espacios cargados de simbolismo. A través de una prosa
pictórica, seguimos al protagonista en su descenso al idílico
infierno veneciano, una ciudad en decadencia donde la muerte acecha
en cada esquina. Por estas mismas esquinas, donde se consignan la
exuberancia y la ruina, se pierde el viejo escritor en su persecución
del joven Tadgio, entregándose a ambas. En este caso, espacio y
peripecia transcurren al unísono y obligan al lector a permanecer
atento a la simbología de los escenarios. Por último, cabe resaltar
que La muerte en Venecia nos permite asomarnos a la cuestión
de la homosexualidad desde una perspectiva privilegiada: la de un
artista europeo de principios del siglo XX. Con su relato, Mann nos
acerca a una pulsión reprimida, a una sensibilidad contenida que aún
hoy, más de cien años después, sigue siendo cuestionada y
censurada por una amplia parte de la población, incluso en nuestro
país.
A
pesar de su capacidad para retratar la intimidad del personaje y la
creación de atmósferas sugerentes, La muerte en Venecia
presenta también algunos aspectos que pueden, en ocasiones,
distanciar de la obra al lector. Los primeros capítulos plasman un
relato con ecos costumbristas que no anticipa la verdadera naturaleza
de la novela. Así, el comienzo de la peripecia puede resultar un
tanto tardío, si bien de este modo se crea un contraste claro entre
el Aschenbach del inicio y el que más tarde se entrega a sus
instintos. El lector debe resistir estas primeras páginas para
adentrarse en el mundo ardoroso que se crea con la aparición del
joven Tadgio. Por otra parte, la obra abunda en profundas digresiones
sobre el oficio del creador: la pugna entre el genio y la disciplina,
la entrega verdadera a la belleza como única forma de arte y su
poder destructor. De nuevo, estas reflexiones corren en paralelo a la
deriva del protagonista y ahondan en su sentir, pero a veces quedan
en exceso ampulosas y su comprensión supone un reto para el lector.
También oscura puede resultar, asimismo, la abundancia de
referencias en el relato, en tanto que Mann dialoga en su obra con
textos mitológicos y filosóficos que no necesariamente sabemos
interpretar en su totalidad. Esta opacidad afecta a veces al ritmo de
la narración.
Con
todo, La muerte en Venecia nos
atrapa y nos conmueve en su desgarradora sinceridad y su valentía
funesta. Así, a lo largo del relato quedamos cautivados (al
igual que el protagonista se rinde ante la fragilidad de Tadgio) por
el viaje errante y doloroso de un hombre que navega, al fin, hacia sí
mismo.
Comentarios
Publicar un comentario