No es sólo metaficción. Apuntes
interpretativos con respecto al relato “La isla al mediodía” del libro “Todos
los fuegos el fuego”.
Por:
Alejandro Manrique
Obra:
“Todos los fuegos el fuego”
Autor: Julio Cortázar
Año: 1966
Editorial:
Edhasa, 2016
El
libro de relatos “Todos los fuegos el fuego” de Julio Cortázar nos presenta
ocho relatos que, en apariencia, son independientes y cerrados en sí mismos. Observamos
diversas historias que ocurren en Paris, Londres, Buenos Aires, Cuba, Grecia, la
antigua Roma, cuyos escenarios son una autopista, un hospital, una casa
familiar, un avión comercial, y que unen los destinos de los diferentes individuos
consigo mismos, con sus familias, amigos, interlocutores arbitrarios,
desconocidos, enemigos, recuerdos y alucinaciones. Sin embargo, los ocho
relatos se encuentran estrechamente vinculados entre sí a partir del sustrato
conceptual que Cortázar habría querido impregnar en el libro como conjunto: la
relatividad del tiempo y el espacio, como si todas las acciones humanas se
repitieran a lo largo de la historia por responder a características
intrínsecas destinadas a existir como una suerte de “constantes atemporales”.
Cortázar se permite intentar este
juego literario porque él es un escritor que, en su esencia, combina la
realidad con la fantasía. A partir de las entrevistas ofrecidas por el escritor
argentino, entendemos que él no separa los géneros como categorías rígidas y
estrictas, sino que los fusiona con naturalidad porque considera que ambas
coexisten dentro del mundo de “la realidad”. También considera que existen situaciones
y cosas que no son susceptibles de entendimiento y respuesta bajo condicionamientos
o explicaciones meramente lógicas. Cortázar, como persona y escritor, vive entre
el mundo realista y fantástico, siendo el primero el que engloba al segundo en
su cotidianidad. Como resultado, observamos una sensibilidad como persona y
escritor que le permitirá desenvolverse de manera muy natural entre ambas
instancias al momento de elaborar un cuento. En ese sentido, no debería
sorprender que cada uno de los ocho relatos de “Todos los fuegos el fuego”
incorporen elementos fantásticos dentro de un mundo construido bajo los
parámetros de un entorno realista, sin que ello perjudique o merme la
complejidad literaria y simbólica, sino que, al contrario, los incrementen y
potencien.
Al tener en cuenta lo anterior,
hemos optado por centrarnos en uno de los ocho relatos: “La isla al mediodía”.
Consideramos que dicho relato es, a nuestro entender, el más elaborado y
significativo en cuanto a los principales temas que aborda Cortázar en dicho
libro, como son los relativos a la identidad individual, la proyección de
nuestros deseos e ilusiones, la búsqueda de significados en un mundo prosaico y
deteriorado, la imposibilidad de alcanzar un sosiego terrenal, así como la
metaficción como herramienta enriquecedora dentro de la narrativa.
La trama de “La isla al mediodía” es
conocida: Marini es un aeromozo de una línea aérea comercial entre Europa y
Medio Oriente, lleva una vida individualista y ordinaria, caracterizándose por
su tendencias mujeriegas, despreocupadas y hasta alejadas de un sentido humano
(se desinteresa por el hijo que tendría con una de sus amantes, se le siente parco
con respecto a las relaciones con colegas y demás personas, incluso manipulador).
Tal vez por ello su trabajo le alivia un poco: le permite vivir en diferentes
ciudades y por ello desentenderse de lo que le rodea. Lo único que atrapa su atención
e imaginación es la isla griega del mar Egeo que observa durante su ruta aérea
al medio día. Lo hace medio a escondidas y desde una ventana en la parte
posterior del avión.
Marini
sueña con visitar esa isla que, por su forma y particular brillo, por aparentar
estar casi desierta y por ende poco o nada turística, se convierte en lo más
luminoso y significativo en esa vida que hemos calificado de ordinaria. Se
decide a averiguar información sobre la isla, que se llama Xiros, y se dispone
a viajar. Toma vacaciones y parte. Al llegar a la isla, se entera que es
habitada por pocas familias y conoce a Klaios, patriarca de la isla, es decir,
una suerte de jefe organizacional, quien lo acoge. Marini pasea por la isla, se
baña en el mar, desarrolla una sensación de pertenencia, como si su vida se
hallara plena en ese lugar, como si por fin hubiese encontrado un lugar de
correspondencia espiritual. Comparte con los hijos de Klaios, intercambia
miradas y sonrisas con las muchachas locales y, hacia el final, solo en la
playa, ve caer su avión comercial en picada hasta estrellarse contra el mar.
Nada hacia el avión y se da cuenta que ha habido un sobreviviente, quien trata
de nadar hacia Marini. Marini lo coge y nada arrastrándolo hasta la orilla. Al
llegar, junto con Klaios, sus hijos y las muchachas, se percatan que el
sobreviviente ha fallecido. Por la forma en que está escrito el desenlace, se
da a entender que el náufrago que muere es el mismo Marini y que, como
consecuencia, su estadía en la isla habría sido no necesariamente un sueño sino
parte de la imaginación de Marini de proyectarse en esa isla. Apreciamos, como
ha sido reconocido por la crítica literaria, la existencia de una ficción dentro
de otra ficción. Es decir, vemos una metaficción.
Nuestro
propósito en el siguiente análisis es plantear las diferentes alternativas e
interpretaciones que se puedan desprender de esta metaficción, y tratar, con
ello, de animarnos a proponer que hay más niveles de análisis metaficcional
dentro del texto y su desenlace. Entendemos, en paralelo, que existe la
interpretación metafórica de que el texto en su conjunto representa la diáspora
y exilio de los argentinos durante el periodo peronista. La isla representa, a
su vez, el deseo del retorno a casa, al hogar, y la dificultad que dicha
empresa representa. Una isla griega que refleja el poder de la mitología, el
retorno a los orígenes y a lo esencial de la vida. Imaginar y desear el regreso
a la patria, darse cuenta de la imposibilidad, o dificultades que eso implica,
y morir en el intento, en el desengaño. No obstante, nuestro análisis se basará
en las metáforas e imágenes que el texto, sobre su contenido en sí mismo, podría
exponer.
En
primer lugar, compartimos lo que es la visión generalizada: por un lado la
ficción nos muestra a Marini en su vida ordinaria y deseando viajar a Xiros.
Luego, su vida en Xiros es la historia dentro de la historia, es decir, la
metaficción. Nos damos cuenta de ello, de manera sutil, cuando hacia el final
del texto se menciona: “Klaios miró hacia el mar, buscando algún otro
sobreviviente. Pero como siempre estaban solos en la isla, y el cadáver de ojos
abiertos era lo único nuevo entre ellos y el mar” (p. 146). Así, la vida de los
dos personajes (dos historias, cada personaje una con su propia lucha por
sobrevivir) se entrecruzan al final: el Marini de la isla se rescata a sí mismo
y ambos nadan y llegan a la isla, convirtiéndose en un solo cadáver.
En
segundo lugar, el carácter intrínseco e íntimo de Cortázar en su pasión e
interés por los elementos fantásticos, nos hacen especular que se puede
interpretar en “La isla al mediodía” que la metaficción se dobla, como el tiempo
y el espacio en la teoría de la relatividad, para hacernos creer que Marini se
halla en la isla y que la escena del avión estrellándose correspondería a un
tercer cuento donde el Marini del segundo relato nada en el océano para tratar
de salvar al del tercero que se estrella en el avión. Ambos se fusionan en uno
solo y fallecen. Las dos metaficciones nos hablarían del fracaso del deseo y de
la incapacidad de lograr la felicidad tanto para el Marini que sí logró vivir
en la isla y acariciar esa felicidad, así como para el Marini que volaba en el
avión soñando constantemente con viajar a la isla. Las dos posibilidades dejan
de existir, mueren, mientras el verdadero Marini, el originario, sigue mirando
la isla desde la ventana del avión. El Marini originario no muere, nunca viaja
a la isla, el avión no se estrella, él sigue viviendo su vida ordinaria y “muere
en vida”, lo que podría ser mucho más trágico.
En tercer lugar, y siguiendo la línea
anterior, nos animamos a hablar de una ficción que involucre viajes en el
tiempo para explicar, desde el elemento fantástico, la existencia de dos
Marinis en tiempo real: el del vuelo y el de la isla. Marini sí llegó a tener
vacaciones en el futuro y sí visitó la isla de Xiros. Sí nadó en sus aguas, sí
conoció a Klaios y su familia y paseó contento por los alrededores, sintiendo
una sensación de pertenencia a la isla. Cuando Martini ve al avión estrellarse
en el mar, los tiempos se superponen en el tiempo presente. Marini nada y se
rescata a sí mismo. Al morir el Marini del tiempo presente, mueren ambos. Ambos
tiempos, al fusionarse, hacen que el Marini del futuro desaparezca y quede el
del tiempo presente yaciendo muerto en la playa. La escena se complicaría en su
lógica como todo intento de abordar la temática de los viajes en el tiempo
porque nunca se conoce qué acción en tiempo y espacio genera y condiciona a la
otra, como el dicho conocido “¿Qué es primero, el huevo o la gallina?”. Así, el
juego de Marini podría hacerse eterno y confuso, pero al menos hemos planteado
la opción.
En
cuarto lugar, el deseo y la vehemencia
de ir a la isla son tales que podría producirse una escisión en la realidad,
una suerte de pasaje interdimensional que abra la puerta de un multiverso. Un
Marini quedará viviendo en su vida ordinaria de la realidad en la que Cortázar
escribe y el lector lee y entiende. Sin embargo, se ha producido lo milagroso:
otro Marini, en un universo paralelo, logra cumplir su sueño y visita la isla,
decidiendo vivir en ella. No es un relato dentro de otro relato. Son, pues, dos
relatos autónomos y paralelos. Ambos relatos y ambos universos se vuelven a
juntar durante el accidente y cuando Marini se salva a sí mismo, se cumple el
destino de ambos: morir en infelicidad. Se rompe el portal interdimensional. El
Marini del avión nunca pudo visitar la isla. El Marini de la isla nunca pudo
vivir en ella más que por pocas horas. En ese sentido, llama la atención, hacia
el final de la historia: “Cuando llegó Klaios, los muchachos rodeaban el cuerpo
tendido en la arena, sin comprender cómo había tenido fuerzas para nadar a la
orilla y arrastrarse desangrándose hasta ahí” (p. 146). Marini, en su versión
accidentando y a punto de morir, nada con furia inhumana hasta la isla porque es
su símbolo de salvación, de paz, de belleza, de sosiego, la última aspiración
de lograr la felicidad en la vida. Marini nada moribundo como si fuese
consciente de que, en algún plano, ha visto la isla y que necesita llegar a
ella, así sea al menos para morir. Los ojos del cadáver permanecen abiertos,
como las monedas con ojos tallados que colocaban encima de los párpados
cerrados de los muertos de la Grecia antigua y mitológica. Así, el difunto
podría viajar hasta el Hades. Marini, con los ojos abiertos, viajará hasta la
muerte buscando aún llegar a la isla y ser feliz.
En
quinto lugar, consideramos como plausible que el relato haya culminado, en su
linealidad temporal, mientras se produce la huelga y Marini se queda en una
habitación de hotel en Italia (p. 137). Todo lo demás, sería una suerte de
sueño o imaginación sobre el futuro: se ve a sí mismo continuando con sus
visiones de la isla desde la ventana, hasta que se decide a viajar a la isla, viéndose
incluso viviendo en ella. Hasta que llega el accidente mortal, que representa,
en la mente de Martini, la imposibilidad de lograr sus sueños. En este caso,
Marini no muere, pero visualiza, seguramente con tristeza, que su vida no
tendrá mayor significado.
Yendo
un poco más allá, y en sexto y último lugar, consideramos que cuando le ofrecen
a Marini la línea aérea de Nueva York y éste la rechaza (p. 136), en realidad,
sí la ha aceptado, y lo restante que aparece en la historia es una suerte de
imagen visualizada de Marini de “lo que hubiese ocurrido si permanecía en la
ruta Roma-Therán y continuaba soñando con la isla”. Marini sabía que debía
tomar la ruta de Nueva York para “acabar con esa manía inocente y fastidiosa”
(que era ver la isla y soñar con ella). Así, Marini se visualiza visitando la
isla y decidiendo vivir en ella, pero de inmediato hace estrellar el avión para
matar esa imagen de felicidad, porque sabe que nunca la tendrá y que su vida
seguirá ordinaria como siempre.
En
resumen, se reconoce la brillantez en “Todos los fuegos el fuego” al abordar
una temática transversal a los ocho relatos, como es en esencia la repetición
de los diferentes actos y emociones humanas a lo largo del tiempo y de las
diferentes épocas y contextos, siendo el relato “Una isla al mediodía” el que,
a nuestro entender, representa con mayor detalle no sólo lo anterior, sino una
de los principales temas de Cortázar en su libro: mostrar, a través de la
metaficción y juegos literarios, la construcción de un individuo, su identidad,
sus sueños, ilusiones y deseos en una vida limitada, así como el fracaso como
suerte de destino fatal. Como el mismo Cortázar ha expresado en diferentes
entrevistas, él parte de una imagen para construir un relato, pero es
consciente que los lectores pueden darle muchas variadas y diferentes
interpretaciones al mismo relato, lo que representa una experiencia
enriquecedora para Cortázar. Consideramos que lo analizado en el presente
trabajo sobre “Una isla al mediodía” encaja en esa línea y que, posiblemente,
hasta el mismo Cortázar, desde su constante interés de jugar con el elemento
fantástico e ilógico de la realidad, habría aceptado como plausibles las diferentes
interpretaciones propuestas.
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