No es sólo el
conocimiento sino también la experiencia. Las historias de Rainer Witkowski y
Will Hunting.
Por:
Alejandro Manrique
Obra:
“Los excluidos”
Autor: Elfriede Jelinek
Año: 1980
Editorial:
Debolsillo Contemporánea, 2015
¿Qué
es ser inteligente? Considero que para muchos, desde el sentido común, ser
inteligente podría significar el tener gran potencial y capacidad de adquirir
conocimientos para alimentar y perfeccionar un tipo de pensamiento y acción
interrelacionados. Un médico que ha estudiado toda su vida y ejerce de manera
eficiente su profesión es una persona inteligente. Una doctora en filosofía
seguro también. Un académico, un intelectual, una persona que ha leído,
estudiado, que se ha preparado y cultivado. Es cierto, pero ¿es sólo eso? ¿Unos
padres en situación de extrema pobreza, sin estudios, y sin trabajo, pero que
tienen la capacidad diaria de reinventarse y conseguir alimentos para sus hijos
son personas inteligentes? Considero también que sí.
Rainer
Witowski, muchacho joven de gran inteligencia, es el principal personaje de la
novela “Los excluidos” de la premio novel Elfriede Jelinek. La historia narra y
muestra la decadencia de la sociedad austriaca algunos años luego de finalizada
la Segunda Guerra Mundial, donde los conflictos se encuentran permeados,
influidos y delimitados por la rígida estructuración de estamentos
socioeconómicos que obligan a los individuos a buscar métodos de escalar en las
pirámides de poder. Clases medias, clase bajas, clases obreras y pequeñas
burguesías se encuentran desesperadas por salir de su precariedad material y
moral post-guerra y aspirar a algo mejor en vida.
¿Pero
qué ocurre cuando una persona inteligente, con potencial de cultivarse y de
lograr sus objetivos, es absorbida por el caos social contextual y termina
convirtiéndose en una persona resentida, acomplejada, intolerante, incoherente,
violenta y mediocre a la que no le queda más que esconderse en sus
grandilocuentes y soberbios pensamientos y argumentaciones que, en el fondo, sólo
buscan excusas ante la impotencia de simplemente vivir?
Es
el caso de Rainer Witoswski, joven con gran capacidad mental y argumentativa
que quiere consagrar su vida a la actividad intelectual, a la literatura y en
particular a la escritura de poesía. Es líder del pequeño grupo que ha
conformado con su hermana Anna, la joven rica y bella Sophie y el muchacho
fuerte y obrero Hans, que no sólo se reúne para filosofar sobre la vida (es
decir, para que Rainer hable y los demás escuchen), sino para empezar a
planificar actos violentos como robar. Con su hermana tiene empatía: son
gemelos. De Sophie, arguye estar enamorado. En tal caso, Sophie es su metáfora
personalizada que representa su ideal de ascenso socioeconómico. A Hans, lo
desprecia por su actividad manual y porque él también busca lo mismo en Sophie.
A los tres, sobre todo a Sophie y Hans, los trata de manera despectiva,
intolerante, pretenciosa, queriéndoles demostrar una y otra vez que él es
inteligente, que conoce todo, que tiene opinión sobre todo, que sabe explicar
todo, que quiere no enseñar sino iluminar a los demás con la gran sabiduría que
él creer tener, porque, como se entiende de la lectura, Rainer, en esencia, cree
que es un genio absoluto.
Cuando
no sabe algo, incluso una actividad física, algo tan simple y ordinario como no
saber nadar, es capaz de quedarse quieto dentro de la piscina para que ninguno
de los presentes, especialmente Sophie, note que es incapaz de hacer algo como
nada. Es mejor dar la imagen de ser superado, de estar por encima de los demás,
que prefiere quedarse inmóvil y dar aires de grandeza antes que evidenciar,
algo tan simple y ordinario que no debería importar ni trascender como es el no
saber nadar. Es que para Rainer ser inteligente es ser perfecto en todo. O, al
menos, aparentarlo.
Y
cuando aparece un tema de practicidad vivencial que se le escapa de las manos,
como por ejemplo el sexo, entonces le quita mérito. Rainer, que parecería es
virgen o en tal caso inexperto en el acto sexual, despotrica contra dicha
actividad, reduciéndola a insignificante, irrelevante, innecesaria. Su falta de
experiencia, sus aires de chico genio, su necesidad de esconder sus
limitaciones, y su amparo emocional en el mundo de las ideas, lo llevan a
formular juicios ampulosos y definitivos sobre cualquier tema. Como el sexo,
por ejemplo. Todo porque no lo conoce. Rainer es categórico en su intolerancia,
en su ignorancia. Y él lo sabe en el fondo, y porque ese motivo sus complejos y
resentimientos se reproducen constantemente. Su hermana, por ejemplo, que
comparte los pensamientos de Rainer, calla en el tema del sexo, porque ella ha
empezado a disfrutarlo al máximo con Hans y sabe que es algo que conlleva valor
y significado. Rainer lo desconoce, por eso habla en contra.
Entonces
regreso a mi pregunta original. ¿Qué es ser inteligente? Es reconocido que, para
muchos expertos en las diferentes ciencias del saber, ser inteligente involucra
también los aspectos emocionales, las capacidades sociales, la correlación
entre moral (individual) y ética (grupal), así como la capacidad de generar y
ganar experiencias que, en suma, permitirán no sólo entender la vida sino
vivirla de la manera en que nos produzca tanto mayor alegría como menor
sufrimiento. Es decir, ser inteligente, de manera holista, para vivir de manera
equilibrada en un mundo complejo.
Este
es el caso de Will Hunting, personaje también de ficción de una película de
Estados Unidos de 1997 titulada “Good Will Hunting”, dirigida por Gus Van Sant,
protagonizada por Matt Damon y Robin Williams, y ganadora de diferentes
premios, entre ellos el Oscar. Will, huérfano de los suburbios obreros y pobres
de Chicago, es un joven genio de 20 años que ha sufrido abusos de violencia
física de niño, por lo que ha crecido manteniendo distancia emocional con los
demás, a través de diversos mecanismos de defensa y el mismo uso de la
violencia. Ha vivido desarrollando y reproduciendo sus complejos y
resentimientos. Trabaja como conserje en un instituto científico y es
descubierto por un profesor cuando resolvía complejos problemas matemáticos
mientras limpiaba. Participa en una pelea callejera, es arrestado y dejado en
libertad con la condición de mantenerse bajo la tutoría del profesor que lo
descubrió y asistir a terapia psicológica. Accede a terapia y si bien al inicio
es hosco y con ínfulas de genio que se encuentra por encima de todo, poco a
poco irá desarrollando una hermosa relación de empatía con su terapeuta.
Eventualmente conocerá a una mujer de la que se enamorará y, luego de superar
sus luchas internas y sobreponerse a sus propios demonios con ayuda del
terapeuta, elegirá construir una relación con dicha mujer.
Un
momento sobresaliente de la película es cuando el terapeuta le quiere explicar
a Will que, a pesar de toda su inteligencia, es un muchacho sin experiencia que
no sabe nada de la vida. No conoce el olor de los cuadros y los frescos en la
Capilla Sixtina, no conoce la tristeza de ver morir desangrado a su mejor amigo
en una guerra, no conoce el dolor de ver morir a una esposa maltratada y
destrozada por un cáncer fulminante. Will puede ser muy inteligente, pero sin
experiencia no se puede avanzar en la vida. Will recapacita y empieza una nueva
vida sin huir del dolor que la misma vida conlleva, que es inevitable, sino que se erige como
alguien dispuesto a ser mejor persona.
Rainer
y Will son caras de una misma moneda. Son, en esencia, la misma persona.
Inteligentes, maltratados, acomplejados, resentidos, sintiéndose superiores a
los demás, pero con poca experiencia de vida y sí con muchas ganas de ser
aceptados, comprendidos, valorados. Cada uno conoce que tiene sus propios
demonios internos, cada uno sabe que tendrá que llevar a cabo una ingente lucha
interna para poder sobreponerse a sí mismos. Sin embargo, Rainer nunca
despertará, nunca reaccionará, y se mantendrá cómodo bajo sus propios
argumentos y pensamientos, haciéndole creer que actúo de manera consistente y
elevada cuando asesinó a sus padres y hermana, pero que en el fondo es un
reflejo de su fracaso como persona y como individuo social en una sociedad
resquebrajada y a la deriva. Will, por el contrario, puede superar sus
problemas y entender que hay algo más en la vida que merece la pena vivir, y
para ello aceptará que él ha incurrido en muchos errores, que a pesar de su
inteligencia no ha sido tan inteligente en su comportamiento, que aún tiene que
aprender mucho y que la experiencia juega un papel trascendental. Rainer y
Will: dos personas casi idénticas con dos finales tan diferentes, pero que nos
muestran, en su conjunto, la complejidad y ambigüedad de la existencia misma.
Para
finalizar, deseo remarcar que la caracterización de un personaje complejo como
Rainer Witowski dentro de una sociedad aún más compleja, que he analizado aquí,
me ha llevado a compararlo con la historia de Will Hunting, personaje de una
película con una trama paralela a la novela “Los excluidos”, a pesar de las
distancias temporales y geográficas. Los seres humanos sufrimos lo mismo.
Jelinek y Van Sant nos han mostrado similitudes conceptuales en cuanto a la
decadencia social y la situación precaria en términos económicos y emocionales
que pueden ocurrir en cualquier parte del mundo, y las que pueden condicionar e
influir negativamente en la formación y crecimientos de los jóvenes. Así, aparecen
dos personajes inteligentes que tienen la misión de sobrevivir y tratar de
adecuarse o adaptarse lo mejor posible a sus medios, contextos, ciudades y
países. Aunque ser inteligente tiene una trampa: uno se deja seducir por la
creencia de que sus capacidades elevadas se imponen a los demás, como en el
caso de Rainer, o uno empieza a entender de que las capacidades elevadas deben
contribuir en saber integrarse a un medio social, como hace Will. Vivir dentro
de la cabeza de uno, aislado, automarginado como Rainer, o saber vivir fuera,
en el mundo, coexistiendo con aquellos que tal vez no sean tan inteligentes
como uno, pero cuya riqueza de experiencias y vida los convierte en personas
más capacitadas para vivir, como entiende Will. Ser víctima de la propia
experiencia personal, de los propios complejos y resentimientos, como Rainer, o
aprender de ellos para tratar de conciliarse con uno mismo y poder así aceptar
nuestra mediocridad, como hace Will. A sus 20 años, Rainer no aprendió nada. A
sus 20 años, Will aprendió todo.
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