Al Faro
Virginia Woolf: Una mirada intimista e inspiradora.
Al Faro es una obra eminentemente autobiográfica, profunda e intimista que ha inspirado a mujeres de todas partes del mundo. Es el principio del siglo XX. Se viene de la perfección del siglo XIX donde todo estaba establecido: la moral, la religión y los parámetros sociales. Virginia Woolf vive una época de crisis. Es el momento de los cambios científicos, tecnológicos, industriales, financieros y sociales. Esta nueva sociedad está marcada por el materialismo y por un rol femenino que a la escritora no le interesa. Virginia Woolf renuncia a un cuadro social establecido y profundiza en su interior de mujer. Ella escribe su mirada y escarba en su conciencia.
Es el año 1926 cuando Virginia no cesa de trabajar en su nueva novela Al Faro. Decía que la estaba escribiendo con una facilidad que hasta entonces no había conocido; en su Diario se lee lo siguiente:
«Me veo sacudida como bandera al viento por causa de mi nueva novela Al faro… por fin, después de la batalla de El cuarto de Jacob y de la agonía de Mrs. Dalloway, escribo ahora con más rapidez y libertad que ninguna otra cosa que haya hecho en mi vida. Creo que esto demuestra que estaba en el camino correcto y que es aquí donde podré cosechar los frutos que alcance mi alma.» (1)
En la novela, la escritora retrata la experiencia que vive por varios años en las vacaciones de verano familiares en Talland House, St Ives, Cornwall. Este recuerdo lo escribe desde la mirada de dos mujeres: Mrs. Ramsay y Lily Briscoe; dos miradas que se contraponen desde la primera parte de la novela, La Ventana; hasta la tercera y última parte, El Faro. Una metáfora de situación mezcla el arte y la escritura y, a través de la composición de un óleo, se van revelando estos dos personajes.
Mrs. Ramsay está inspirada en la madre de la escritora quien muere cuando Virginia tenía trece años; y Lily Briscoe es la pintora en quien se retrata ella misma. La artista que empieza a pintar un cuadro que terminará solo al final de la novela.
Mrs. Rambay es el papel de esposa, madre y ama de casa perfecta. Es tierna hacendosa, zurza medias y lee cuentos a los niños. Es el arquetipo de la perfección de la mujer en una época donde las apariencias y la actuación social priman sobre el individuo y sus creencias. Los pensamientos, intereses, dudas y miedos se contienen para sí mismos. Están velados y pasan a un segundo plano.
Mrs. Ramsay se levanta todos los días a construir el hogar perfecto. Y la perfección debe estar en todas partes: en su aspecto físico, en los objetos que la rodean y en su comportamiento.
Ella se siente orgullosa con el papel que representa. Es la mujer a la que todas y todos admiran y quieren imitar; es el ejemplo a seguir; el ideal femenino; el que dicta lo qué se debe ser, hacer y parecer; es la perfección social, familiar y personal; es la mujer bonita, “la antorcha de la belleza”, la luz del faro que los guía y en quien recae las miradas de los demás personajes. Ella es el Faro y cada escena gira a su alrededor.
Ella controla todo. Los objetos, los ambientes y los espacios también deben ser perfectos. En la cena que ofrece en su casa cada detalle está bajo su observación y responsabilidad. Pero pareciera que siempre hay algo por mejorar, como si nada le pareciera suficientemente perfecto, como si nunca estuviera satisfecha.
La perfección de Mrs. Ramsay no tiene límites. Se mira en el espejo y se ve el pelo gris, las mejillas hundidas, los cincuenta años y piensa que tal vez podía haber hecho las cosas mejor. Pero decide borrar estas dudas de su rol de esposa y madre. Las borra de inmediato. Sabe que no puede destruir lo que ha construido y además no desea cambiar su realidad. Es como si estuviera en un trapecio y se negara a soltarse para saltar más allá de su propia vida.
Su único propósito es controlar el ambiente social en todo el comedor. Sus ojos no descansan de inspeccionar minuciosamente y se asusta de que en su cena los invitados no encajen, no armonicen, no conversen. Teme que el silencio se apropie de la estancia y que esa fractura o debilidad social la afecte a ella en la imagen que ha creado y proyectado con tanto esmero. Mrs. Ramsay jamás expresa sus puntos de vista, prefiere las palabras intrascendentes y banales para que tapen de alguna manera esos momentos de silencio que la hacen sentir incómoda. Los pensamientos y los sentimientos de cada uno de los asistentes no se revelan y con palabras intrascendentes y banales se ocupa entonces de tapar el silencio incómodo que invade el espacio del comedor.
En la cena se percibe una tensión general y ella se siente y responsable del bienestar de todos. Debe garantizar que no solo ella, sino Mr. Ramsay sea admirado por todos los visitantes. Su mayor preocupación está en una mesa bien servida, en una comida exquisita y en el uso de las palabras adecuadas. Todos deben apreciar lo que es ella solo con observarla. Los invitados, su esposo y sus hijos deben sentirse orgullosos.
Para Mrs. Ramsay hay dos asuntos que requieren su máxima atención; proteger lo masculino y buscarle matrimonio a cada persona soltera que conoce. Ella desea convencerse a sí misma que estar casada es el estado ideal de cualquier ser humano.
“A decir verdad, ella extendía su protección a todos los miembros del sexo opuesto; por razones que no sabía explicar, por su caballerosidad y valor, porque negociaban tratados, gobernaban la India, controlaban el mundo financiero…” (2)
Mrs. Ramsay percibe durante la cena la incomodidad de su marido y, ella con esa admiración que le profesa, solo quiere que pronuncie algunas palabras para que los asistentes puedan apreciar su inteligencia y locuacidad. Acepta al mismo tiempo sus mandatos a pesar de ver sus debilidades e inseguridades. Lo protege y sufre para que él no se entere que él no es quien cree ser. Cuando le llega la imagen de la última novela que Mr Ramsay escribió dice:
“…y luego estaba lo de sus libros , y el temor de que él pudiera enterarse de que ella sospechaba que este último no había sido quizá el mejor que hubiera escrito en su vida…” (3)
Estos atributos son la garantía para brillar en la sociedad burguesa de la época. Diferentes estados anímicos, como pasiones, manías, virtudes y cavilaciones, que aparecen escritos en párrafos y monólogos interiores que la escritora narra desde la mente de Mrs. Ramsay.
Lily, en la otra orilla, es una mujer soltera que lucha decidida a darle un sentido a su vida de acuerdo con sus convicciones. Se debate contra la mujer “que debe ser” y pelea en su interior por ser ella misma. Esta construcción emocional del interior del personaje, Virginia Woolf se retrata a través de su obra de arte con la cual se compromete a terminar con honestidad y determinación. Es la artista que pinta al otro lado del jardín y que observa y cuestiona lo que ve mientras trabaja sobre el lienzo. Cada elemento del cuadro debe estar en su lugar; como Mrs. Ramsay y su casa. El compromiso que tiene Lily con su pintura es el compromiso moral que tiene con ella misma.
Para Lily el pincel es una terapia tortuosa pero necesaria. El árbol del cuadro es la imagen que representa ese estado interior ese movimiento pendular, esa indecisión frente a sí misma. Es la ola que va y viene. Lily representa el conflicto entre ser perfecta o, por el contrario, la mujer que desea terminar ese cuadro como realmente se lo dicta su interior.
En la cena, Lily decide cambiar el árbol de posición. “Pero todo cambiaba cuando cogía el pincel. Era en ese momento fugaz que se interponía entre la visión y el lienzo cuando la atacaban los demonios, que, a menudo, la dejaban a punto de echarse a llorar…. y tenía que hacer un gran esfuerzo para dominarse y para no arrojarse a los pies de Mrs. Ramsay (gracias a Dios que hasta el momento había sabido resistirse a estos impulsos) y decirle ¿qué se le podría decir?: ´Estoy enamorada de usted?´ No, no era verdad. ´¿Estoy enamorada de todo esto´, señalando con la mano el seto, la casa, los niños?” (4)
Virginia Woolf muestra como cada una, desde su rol femenino, expresa su interior pero jamás lo exterioriza. Las inquietudes, y las conclusiones quedan siempre ocultas. Lily admira, pero al mismo tiempo cuestiona y rechaza a Mrs. Ramsay. Reconoce el poder que tiene, pero le cuesta aceptarlo. Se trasluce una inconformidad de la escritora (Lily) con la perfección en el personaje de la madre (Mrs. Ramsay) sin embargo, su comportamiento ante ella es de sumisión, de silencio. Sin lugar a dudas esta novela es una especie de cura terapéutica. Realizar una lectura paralela entre la novela y su vida resulta bastante revelador. En el final de la historia, con la muerte de Mrs Ramsay, la escritora abandona un peso que la atosiga y en el personaje de Lily, logra por fin, terminar el cuadro.
Virginia Woolf se mete en la cabeza de estos personaje y la relación entre las dos mujeres se transforma desde la observación de mujeres de todas partes del mundo: se aceptan o se juzgan. Estas mujeres inspiran y atraen, sin lugar a dudas, las corrientes feministas en las diversas culturas del siglo XX y XXI. Son ellas quienes invitan a debatir la exigencia social por la perfección de la mujer en el mundo privado de su hogar.
Esta novela con pocos diálogos y escasa acción, logra plasmas los pensamientos de los personajes con una destreza extraordinaria. La escritora pasa de un personaje a otro y logra que el lector sienta y vibre con cada uno de ellos; que aprecie la tensión; los cambios de humor, o los momentos incómodos. Se podría decir entonces que es una novela modernista donde lo importante es mostrar la parte psicológica del personaje; la técnica de los diferentes puntos de vista que se hacen no por un narrador omnisciente sino que las diferentes miradas que se posan sobre el mismo objeto, la misma realidad y los mismos sujetos, aportando sus respectivas visiones de lo observado; los monólogos interiores, que muestran distintos estados psicológicos / anímicos que hacen que la narración esté cobijada por la pluralidad y la consiguiente complejidad. Es un roce constante entre lo interior y lo exterior.
“En un discurso que hizo para The Women’s Service League en 1942, habla de la dificultad como mujer de pelear con el fantasma de “la mujer perfecta”, que resuelve todo lo que sea necesario, sonríe siempre, sabe cocinar, cantar y bordar. Virginia Woolf habla de cómo, para poder escribir y ser exitosa en ello, tenía que pelear con ese “ángel de la casa” y se cuestiona cómo es ser mujer y qué es ser mujer.” (5)
¿Estaría Virginia Woolf de acuerdo con el uso que le han dado a su escritura para afianzar las ideas feministas de la actualidad? ¿Permitiría la escritora que se repitiera una y otra vez su nombre en las salas de teatro y espacios culturales del mundo como si los expositores o expositoras fueran los propietarios de esa “marca”que les garantiza aforo completo? Imposible tener las respuestas a estas preguntas. Tal vez la escritora habría disfrutado el ser la inspiración de tantas mujeres que luchan por conseguir la visibilidad y el lugar que se merecen en la sociedad o tal vez Virginia Woolf recriminaría y demandaría judicialmente a quienes se están lucrando con su historia.
Aunque Virginia nació en 1882, comenzó a escribir profesionalmente en 1905. Woolf fue capaz de publicar sobre temas de los que ni siquiera se pensaba en ellos y menos imaginar que se publicarían. Los temas que analizó en sus obras, como el uso de la violencia de hombres sobre mujeres para reprimirlas de forma política e intelectual –en Mrs. Dalloway–; o en Una habitación propia en la que, con la célebre frase, “Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción” (6) hace alusión a la necesidad de independencia financiera de la mujer, un tema tabú para la época.
Lo que si se puede afirmar es que Al Faro es una invitación a la mujer a la reflexión, a develar sus creencias, pensamientos, intereses, dudas y miedos, a salir del ámbito privado e ir más allá de las fronteras impuestas por la sociedad del momento. Es una obra profunda e intimista que requiere una lectura atenta y que genera tantas inquietudes en la mujer de aquella época como en las actuales. Virginia Woolf es una escritora que permanecerá en la historia de las mujeres como un ejemplo de valentía.
Al leer la novela Al Faro se entiende por qué Virginia Woolf es la figura del feminismo del siglo XXI y el referente de muchas escritoras del siglo XX, no solo en Europa, sino en Latinoamérica. No solo impactará a mujeres como Simone de Beauvoir y Naomi Black sino a escritoras como la venezolana Teresa de la Parra que se interesa en escoger el tipo de palabras y las expresiones diferenciando el lenguaje femenino y masculino. Esto se puede apreciar en su obra Diario Íntimo; Clarice Lispector (1920 Ucrania - 1977 Brasil) y María Luisa Bombal (1910 Chile-1980 Chile), escriben también influenciadas por Virginia Woolf en novelas intimistas que igualmente escriben con monólogos, pensamientos y reflexiones acerca del rol de la mujer en la sociedad: Lazos de familia y Un soplo de vida, de Lispector y, La última niebla y La Amortajada, de Bombal, son algunos ejemplos.
Virginia Woolf es una referencia del feminismo porque, como todas las mujeres del mundo actual, quiso encontrar respuestas en su interior, quiso ser libre y pintar su propio cuadro.
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2. WOOLF, VIRGINIA: Al Faro. LIBROdot.com, pág. 3
3. Ibid, pág. 21
4. Ibid, pág. 11
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