FARABEUF ¿INSTANTE FRACTAL O CINTA DE MOEBIUS?
Farabeuf o la crónica de un instante, Salvador Elizondo 1965. Edición de Eduardo Becerra. Ediciones Cátedra, 2017.
La escritura busca vencer por la palabra los instantes vacíos; el fracaso incesante de dejarnos ir por el tiempo; el fracaso de dejarnos llevar por lo cotidiano; de envolvernos en discursos que niegan la multiplicidad del mundo y limitan nuestra capacidad de actuar y crear” María Zambrano.
Sabemos que Salvador Elizondo (México 1932-2006) concibió Farabeuf o la crónica de un instante como una película, y que fue su mujer Michèle Alban quien lo motivó a desarrollar la idea en forma de libro. Influenciado por la teoría del montaje cinematográfico de Sergei Eisenstein, el género francés del nouveau roman y la escritura y cultura china, Farabeuf es, junto a El hipogeo secreto (1968), la obra que mejor ejemplifica la visión de Elizondo sobre el tiempo.
La ciencia occidental está basada en el principio de causalidad, que a su vez depende de la dirección en la cual se manifiesta el mundo sensible. Esta idea es válida en un esquema de tiempo lineal y progresivo, pero no así en uno que se base en el tiempo cíclico. En Farabeuf, filosofía occidental y oriental en un continuo.
El recuerdo discurre hacia lo ya hecho, pero nunca hacia lo que será. Esta idea es válida en un esquema de tiempo lineal y progresivo, pero no así en uno que se base en el tiempo cíclico, pues en éste ya todo ha acontecido y se ha repetido infinitamente a lo largo de los siglos, y si se conoce el ciclo primigenio del cosmos, es posible, también, recordar el porvenir. (Introducción al I Ching, de Salvador Elizondo).
La llamada ¿Recuerdas? funciona como un leitmotiv dentro del libro. La impresión que produce en el narrador la visión de una fotografía del último supliciado bajo la ejecución china llamada Ling Ching o Leng T'ché, (“muerte por mil cortes”), recorre la novela en un esfuerzo mental de los personajes por recordar ese momento lo más detalladamente posible para comprender su significado que es, a la vez, el del sentido y la identidad de aquéllos.
La tortura, la muerte, el acto sexual, el tiempo o el arte y en particular la escritura, podrían pasar por el tema central de la novela llevados en dos instantes que se identifican en uno. El primero es el momento en que el torturado y ejecutado chino, es captado por la instantánea fotográfica en el momento de morir; el segundo, es el del acto carnal, que si bien se deja constancia de que los prolegómenos duran un minuto ocho segundos, la penetración propiamente dicha, igual que el paso de la vida a la muerte, apenas se demora un segundo.
Farabeuf está construida como una serie de escenas fragmentadas que sólo se ordenan en la mente del lector al concluir la lectura. Podríamos decir que el autor identificó forma con contenido; que el relato está despedazado como el torturado, y que ese desmembramiento tiene su eco en determinados objetos y símbolos como las tres monedas y el I ching, el carácter 6 de la escritura china o la estrella de mar.
“Al trasponer aquel umbral —¿quién lo hubiera traspuesto bajo la lluvia, viniendo desde aquella encrucijada?— se confundía el recuerdo con la experiencia” (p. 105).
En el recuerdo otros pasados se entrecruzan, se confunden y diluyen en el tiempo a través de un empleo deliberado de anacronismos; presente, pasado y futuro se confunden en uno solo.
Hubieras cruzado toda aquella angustiosa superficie y perdiéndote en el borde dorado hubieras escapado hacia ese futuro en el que ahora ya te veo a punto de abrir una ventana, al tiempo que dices en voz baja unas sílabas presurosas que nada significan aquí, ahora, pero que tal vez, si te concentras, si sigues las instrucciones de este juego, comprenderás con toda claridad(p.172).
Por este despedazamiento se ha hablado de “instante fractal” en Farabeuf, pero aunque la escena parece ser siempre la misma, es continuamente sometida a mínimas variaciones a través de la escritura; todo lo demás permanece en una quietud fotográfica.
La escena es la escritura y la escena es solo una excusa para que acontezca la escritura, que es lo único que puede acontecer. Un giro sobre la cinta de Moebius de una escena que se torna escritura, que vuelve sobre esa escena para volver a ser escritura, y la retoma nuevamente, para recaer de nuevo en la escena escrita. Es jugar al juego barroco de las variaciones de la misma manera que Juan Sebastián Bach (1685-1750) en su Canon cangrejo dentro de Ofrenda Musical (1747).
Elizondo crea en Farabeuf una pieza que enlaza consigo misma en un bucle interminable pero que además se superpone a sí misma en el doble recorrido, creándose por tanto una correspondencia que le da a nuestro entender la estructura más de una cinta de Moebius que de una estructura circular como aparentemente parece.
Bibliografía
http://www.siempre.mx/2015/10/en-los-50-anos-de-farabeuf/
http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/mlh/sabugal_t_e/capitulo5.pdf
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/pensamiento-y-poesia-en-la-vida-espanola--0/html/ff16a76e-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html
https://critica.cl/literatura/el-erotismo-en-farabeuf-o-la-cronica-de-un-instante-1965-de-salvador-elizondo
http://smtp2.colmex.mx/downloads/tq57ns233
http://letrasymaullidos.blogspot.com/2013/09/farabeuf-o-la-cronica-de-un-instante.html
https://journals.openedition.org/trans/212
http://lapalabraenelumbral.com.ar/ensayos/la-atencion-estereoscopica-del-alumno/
http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/86_mar_2006/casa_del_tiempo_num86_70_74.pdf
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