Lectura crítica

El Proceso



                                               EL PROCESO DE TODOS LOS DIAS



            Para cualquier abogado con años suficientes de ejercicio de toga, la obra de Kafka, “El proceso”, es una caricatura cáustica de la burocracia de un sistema judicial que, con cierto escalofrío y pudor refleja paralelismos con cualquier sistema legal occidental.

            Debería ser un libro de lectura obligatoria en las oposiciones de judicatura. En mi vida he hablado-salvando las distancias- con muchos Josef K. He tenido muchos clientes atrapados en procesos eternos, que alteran su vida y les imbuye en una ansiedad constante que les hace estar pendientes de lo que no ocurre. La espera para conocer la acusación, la necesidad de liberarse de la angustia de la incertidumbre, hacia el lado que sea, se les hace insoportable y afecta a su vida privada de manera imposible de imaginar sino se vive. Quizá lo más parecido sea la angustia de vivir que el propio Kafka sentía.

            La visita de los policías abusones que no dejan salir a Josef K de su cuarto al principio del libro, y le detienen sin explicación, bien puede asimilarse a una entrada y registro en una casa de alguien por no se sabe qué razón. Al tiempo K, queda liberado y puede ir a trabajar , aunque vigilado. Muchos clientes han estado y están en esa situación hoy, 2019.

            El propio Kafka dijo “El progreso se evapora y deja atrás una estela de burocracia”. Nuestro sistema legal y la mayoría de los sistemas occidentales ciertamente han progresado (y ello es de agradecer sin duda), pero la estructura y telaraña normativa en que vivimos, unida al sistema de garantías existente en conflicto continuo con la seguridad y efectividad de los poderes de los Estados y , sobre todo, con el cuarto poder en escena adelantado sentencias, han dejado, no ya una estela, sino huella indeleble de burocracia que nos atrapa casi como el existencialismo a sus convencidos.

            Sin duda , Kafka no pretendía o, mejor dicho , no solo pretendía, con su libro hacer una crítica de algo evidente, sino realizar un paralelismo de la telaraña vital en la que nuestra existencia transita y cuya única salida, aunque nos empeñemos en lo contrario, es la muerte.

            Josef K no huye en ningún momento durante el eterno proceso. Ni siquiera intenta huir al final cuando le desnudan antes de matarle.

            El sistema judicial y sus instalaciones producen incluso hoy en día (o quizá hoy todavía más) esa claustrofobia que tan irónica y fielmente describe Kafka cuando Josef K acude en busca de los funcionarios para saber de su proceso. Los edificios de largos pasillos y paseantes en la misma situación que le producen mareo y sensación de vomitar. Los contrastes y situaciones absurdas como la que vive K cuando va a declarar y en una puerta encuentra una mujer planchando o cuando declara y observa una pareja abrazándose apasionadamente reflejan el contraste vital en el que vivimos que roza el absurdo y nos tiene atrapados.

            Por todo ello, pocos paralelismos más evidentes se pueden dar y de manera tan certera (sobre todo si las vives a diario) de lo que para un existencialista es la vida que el verse involucrado en un proceso sin base, ni razón.

            El buscar alternativas para salir de esa angustia. Acudir a un abogado experimentado que le recomienda su tío, intentar llegar a jueces corruptos, plantear discursos en su declaración cuasi políticos; todo ello simboliza la desesperación en la que el ser humano vive y que le hacen buscar salidas que le saquen, pero que continuamente le conducen al mismo sitio.

            Hay quien dice que El proceso lo escribió Kafka cuando le dejó una novia de la que estaba profundamente enamorado y cuya familia le acusaba de tremendas acciones sin base alguna y, que eso, fue lo que le inspiró siendo su condena el posterior matrimonio, como él mismo declaró, que equivalía a la muerte en vida.

            Sea como fuera, como lector de Kafka, tanto en la metamorfosis, como en El castillo, el autor me ha enganchado del principio al final incomodándome gozosamente, pero es El Proceso, evidentemente por mi cercanía a los órganos jurisdiccionales y por su intemporalidad brutal, el libro que más me ha llegado y mejor evidencia las ideas del existencialismo más radical que no encuentra salida(a diferencia de Camus o Unamuno) sino es la muerte.



Ramón Hermosilla

Comentarios

Entradas populares