Lo absurdo en el mundo contemporáneo - Aitor Díaz
1. Resumen
La
idea principal que sostiene la novela El Extranjero (Albert Camus, 1942) plantea que
el ser humano es arrojado a una vida carente de sentido. El protagonista,
Mesault, representa la racionalidad del hombre y los hechos en los
que se ve envuelto son una manifestación de la irracionalidad intrínseca del
mundo. El presente estudio tiene por objeto sintetizar el concepto de lo
absurdo expuesto por Albert Camus y analizar su vigencia en la sociedad contemporánea.
Palabras clave: absurdo, suicidio, Albert Camus, extranjero, mito
de Sísifo.
2. Nociones
de lo absurdo
En su ensayo El mito de Sísifo (Albert Camus, 1942), Camus plantea el concepto
de lo absurdo. Según sus ideas, lo absurdo trataría de dar nombre a la
desarmonía existente entre el deseo humano del orden y la falta de respuestas ofrecidas
por el mundo en el que se desenvuelve. Surge del divorcio entre lo racional (humano)
y lo irracional (cosmos), de los actores con su decorado, y desemboca en la
conclusión de que los hombres se enfrentan a una existencia inútil al habitar
en un mundo que es indiferente a sus sufrimientos y sordo a sus protestas.
Un buen ejemplo de esta existencia absurda
se encuentra en el mito de Sísifo. Los dioses de la antigüedad condenaron a
este héroe trágico a empujar eternamente una roca hasta lo alto de una montaña,
desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Pensaron, con cierta
razón, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza, pero,
según Camus, lo trágico de este mito no es el castigo en sí, sino que el héroe
es consciente del mismo.
A partir de estas ideas, Camus orquesta su
ensayo sobre el absurdismo, y establece tres respuestas filosóficas a esta
situación: el suicidio físico, el suicidio filosófico (adaptación religiosa), y
la aceptación del absurdo. Las dos primeras opciones no resultarían validas
para el autor, y las tilda de cobardes o evasivas, y es la última, la
aceptación del absurdo, la única que resultaría coherente. La única respuesta
válida es aquella que acepta que la vida simplemente carece de finalidad, o
dicho de otro modo, que la vida es absurda. En palabras del propio Camus: “la vida se puede vivir mejor si no tiene
sentido”.
“La
clarividencia que debía ser su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No
hay destino que no se supere mediante el desprecio” (El
Mito de Sísifo, Posición 1458, edición digital, Alianza Editorial)
“La
felicidad y lo absurdo son dos hijos de la misma tierra. Son inseparables. El
error consistiría en decir que la felicidad nace forzosamente del descubrimiento
absurdo” (El Mito de Sísifo, Posición 1469, edición
digital, Alianza Editorial)
3. Mesault,
el hombre absurdo
Partiendo de los conceptos introducidos en
el punto anterior, Camus crea en El
Extranjero (Albert Camus, 1942), una representación del ser humano absurdo.
Mesault es un personaje lúcido, crudamente racional, y que describe el mundo
mediante frases cortas y concisas. Este compromiso formal hace que el lector
perciba la realidad con absoluta nitidez. Conoce Argelia, el entorno laboral de
Mesault, a sus vecinos, sus escarceos amorosos, y aún así, aunque las
circunstancias estén claras, percibe un halo de irracionalidad. Y esto es así
porque Mesault es un extraño en su propia realidad. Es un hombre absurdo porque
es incapaz de adaptarse o conciliarse con las reglas establecidas en el mundo y
que, a todas luces, resultan incoherentes con su búsqueda de sentido.
Mesault ve más allá de la moral de sus
acciones. Es consciente del vació existencial que rodea la vida humana, y lo
demuestra a través de su apatía. No se niega a agradar a sus congéneres, de
hecho, casi siempre está dispuesto a ello. Ejemplos de esta circunstancia se
suceden durante toda la novela, siendo algunos de los más claros el momento en
que no presta oposición a casarse con Marie, pese a que en repetidas ocasiones
argumenta estar seguro de no quererla, o cuando le dice a su patrón que
aceptará el traslado a París si es eso lo que desea.
“Por
la tarde, Marie vino a buscarme y me preguntó si quería casarme con ella. Le
dije que me daba igual y que podíamos hacerlo si era su deseo. Me preguntó
entonces si la quería. Contesté, como ya había hecho una vez, que nada
significaba eso, pero que ciertamente no la quería.” (El
Extranjero, Posición 405, edición digital Alianza Editorial)
“Podría
vivir en París y viajar, además, una parte del año. «Usted es joven y tengo la
impresión de que es una vida que ha de gustarle» (Patrón). Dije que sí, pero en
el fondo me daba igual (Mesault). Me preguntó entonces si no me interesaba un
cambio de vida. Contesté que no se cambia nunca de vida, que en cualquier caso
todas valían lo mismo y que la mía estaba lejos de desagradarme.”
(El Extranjero, Posición 399, edición digital, edición digital Alianza
Editorial)
De igual modo, Mesault escribe una carta
que podría considerarse amoral sin que su vecino tenga que insistirle lo más
mínimo, y finalmente asesina a un árabe porque el sol ha afectado sus
emociones. Y es que el conocimiento de ese terrible divorcio entre lo
irracional y lo racional gobierna la vida de Mesault, haciendo que todo “le de
igual”, y que se muestre indiferente ante cualquier experiencia.
“
(…) Algunos ruidos sordos y la mujer dio tan terribles alaridos que el
descansillo se llenó inmediatamente de gente. Marie y yo salimos también. La
mujer seguía gritando y Raymond golpeándola. Marie me dijo que era terrible y
no respondí.” (El Extranjero, Posición 349, edición digital, Alianza
Editorial)
“(…)
Dijo (Raymond) que conocía bien a los policías y que sabia lo que había que
hacer con ellos. Me preguntó si yo había esperado el bofetón del agente. Le
dije que no había esperado nada en absoluto…” (El
Extranjero, Posición 366, edición digital, Alianza Editorial).
Solo se opone al entorno cuando las ideas
que pretenden imponerle sugieren la existencia de un mundo mejor y oculto, un
paraíso divino, y eso es algo que Mesault, como hombre absurdo impregnado de
racionalidad, no puede aceptar.
“«¿Por
qué —dijo (el capellán)— rechaza usted mis visitas?» Contesté que yo no creía
en Dios. Quiso saber si estaba absolutamente seguro y le dije que no tenía
necesidad de preguntármelo: la cuestión me parecía sin importancia.”
(El Extranjero, Posición 1139, edición digital, edición digital Alianza
Editorial).
4. Lo
absurdo en el mundo contemporáneo
En la actualidad el concepto de lo absurdo
puede considerarse tan válido y aplicable como en los tiempos de la publicación
de El Extranjero (Albert Camus, 1942),
y es que, tal y como establece el propio Camus en su ensayo El mito de Sísifo (Albert Camus, 1942),
el absurdo y el suicidio están íntimamente relacionados.
Según el autor, el suicidio es el único
problema filosófico realmente serio, y a día de hoy, a principios de siglo XXI,
la frecuencia de suicidios en España ha aumentando en un 60% en los últimos
cincuenta años. Según las estadísticas llevadas por la Organización Mundial de
la Salud (OMS), en España se quitan la vida entre nueve y diez personas al día
y el suicidio es, además, la primera causa de muerte violenta en el mundo. Este
incremento ha ocasionado que tanto la OMS como la ONU califiquen el suicidio
como un problema de primera magnitud para nuestra sociedad actual, y muestra
que, en cierto modo, el divorcio entre el hombre y su vida (o el mundo que lo
rodea) es más crudo que nunca.
“Matarse
es, en cierto sentido y como en el melodrama, confesar. Es confesar que la vida
nos supera o que no la entendemos.” (El mito de Sísifo,
Posición 62, edición digital, Alianza Editorial)
“Vivir,
naturalmente, jamás es fácil. Seguimos haciendo los gestos que la existencia
pide por muchas razones, la primera de las cuales es la costumbre. Morir
voluntariamente supone que hemos reconocido, aunque sea instintivamente, el
carácter ridículo de esta costumbre, la ausencia de toda razón profunda para
vivir, el carácter insensato de esa agitación y la inutilidad del sufrimient.” (El
mito de Sísifo, Posición 63, edición digital)
En la actualidad, el hombre contemporáneo
se encuentra con una realidad más confusa y confortable que nunca. Confusa
porque su mente sufre un bombardeo continuo de estímulos tecnológicos, y
confortable debido a la ausencia de un gran propósito vital global. Durante
principios y mediados del siglo XX, la humanidad se enfrentaba a la guerra, al
mal absoluto, y eso generaba un objetivo indiscutible para los hombres y
mujeres que la conformaban. Hoy en día, y sobretodo en las culturas
occidentales, ya no existe ese propósito rotundo y primario, y la sociedad se
ve obligada a enfrentarse al motivo de su propia existencia. En palabras de
Camus, “suele suceder que los decorados se derrumben”, y eso ocurre cuando la
rutina se erige como el villano principal de la existencia. Despertar, coche,
ocho horas en la oficina, cena, dormir, lunes, martes, volver a despertar,
repetir, y lo mismo el miércoles, jueves, viernes, y cuando llega el fin de
semana, paddle, paella, y vuelta a empezar. El hombre contemporáneo es víctima
de su rutina. Una rutina fácil, horriblemente ajustada a su necesidades, y en
el momento en que se pregunta el porqué de dicha rutina, surge el camino hacía
lo absurdo.
“Pero
un día surge el porqué y todo comienza con esa lasitud teñida de asombro.
«Comienza», eso es importante.” (El mito de Sísifo, Posición
145, edición digital, Alianza Editorial)
Del mismo modo, la percepción “espesa” de
la realidad por parte del hombre o mujer contemporáneos —o el extrañamiento—,
es síntoma también de lo absurdo (aunque Camus lo califica del peldaño inferior
a este), y la representación de esta idea ha sufrido un incremento exponencial en
las obras audio visuales de la última década. Se podrían citar, por ejemplo, series
como Westworld o Maniac, ambas obras
consideradas mainstream, y que
oscilan en torno a la idea de lo absurdo planteada por Camus en sus novelas, es
decir, el divorcio entre el individuo racional y el universo indiferente, y el
cuestionamiento de la realidad.
5. Conclusión
En base a lo expuesto en los puntos
anteriores, puede concluirse que el hombre y la mujer contemporáneos están
plenamente expuestos a lo absurdo. El cuestionamiento de la existencia propia y
la búsqueda del sentido de la vida han convertido al suicido en un problema de
primera magnitud, lo que pone de manifiesto que la principal cuestión
filosófica que, según Camus, cabe plantearse es más aplicable que nunca. Juzgar
si la vida merece o no la pena es un asunto que atormenta a la sociedad del
siglo XXI, por lo que lo absurdo como concepto filosófico está claramente
vigente y su comprensión resulta de vital importancia.
6. Bibliografía
· Camus, Albert
(1942): El mito de Sísifo.
—(1942): El extranjero.
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