La función de los personajes masculinos en una novela ¿para mujeres?



Montserrat Iglesias Berzal

Toni Morrison. Beloved

Penguin Random House. DeBolsillo. 2014

Traducción de Iris Menéndez

Dicen que las comparaciones son odiosas, también lo son las clasificaciones: ambas tienen el indudable mérito de explicar la realidad y el terrible defecto de simplificarla. Si, además, una clasificación aporta cierto brillo social a los elementos incluidos en ella, su poder es aún más peligroso, pues se utilizará sin ningún escrúpulo. Digo esto a cuenta de las obras de la escritora norteamericana Toni Morrison (1931). La novelista aborda en sus obras los problemas relacionados con el racismo en los Estados Unidos y con las servidumbres de ser mujer. Ejemplos de esto son Ojos azules (1970), Sula (1973), Paraíso (1998), Una bendición (2008) o La noche de los niños (2016); y, por supuesto, Beloved (1987), la obra de la que voy a hablar en este artículo. Por lo tanto, la tentación de etiquetar su creación como literatura negra o literatura feminista es muy poderosa. No digo que no pueda encuadrarse en ambos grupos, pero, ¿Toni Morrison y, en concreto, Beloved, es solo eso? Me atrevo a contestar que no, que esta novela es mucho más que una historia de mujeres[i], y para intentar demostrarlo me centraré en el papel que tienen el hombre en sus páginas.
Podemos empezar esgrimiendo un argumento cuantitativo: hay más personajes masculinos que femeninos. Sin ninguna duda, las mujeres de la historia son las protagonistas: Sethe, su suegra, Baby Suggs, y sus hijas, Denver y Beloved (ya sea esta última un recuerdo, un ser sobrenatural o una persona de carne y hueso). Hay también otras mujeres con un papel secundario o episódico: la hermana de Garner, el dueño de la plantación; la señorita Bodwin, que junto a su hermano, es una activista contra la esclavitud; la chica blanca que ayuda a nacer a Denver; y las vecinas negras de Sethe y Baby Suggs, sobre todo Ella. Pero estos personajes secundarios son mucho menos relevantes y numerosos que los masculinos. De este modo, tenemos dos hombres fundamentales para la historia, Paul D y Stamp Paid, pero también encontramos otros diez figuras reseñables: el marido de Sethe e hijo de Baby Suggs, Halle, quien propicia la unión de las dos mujeres en la historia; los hijos varones de Sethe, Howard y Buglar; el resto de esclavos de la plantación, Sixo, Paul A y Paul F; el dueño de la plantación, Mr. Garner; el Maestro, quien llega a Sweet Home después de la muerte de Garner; el activista Edward Bodwin; y el jefe blanco de Sethe en el restaurante.
Ciñéndome a los personajes de Paul D, Stamp Paid y, por su importancia argumental, Edward Bodwin, puedo decir, además, que en el treinta y cinco por ciento de las páginas de la novela el narrador focaliza desde la perspectiva de alguno de estos tres personajes. En este porcentaje no tenemos en cuenta, por tanto, los momentos en los que los hombres son fundamentales para la trama, aunque los hechos sean narrados por o desde la perspectiva de una de las mujeres.
Aunque mi análisis se ceñirá a ese treinta y cinco de la obra, y los personajes de Paul D y Stamp Paid, no puedo dejar de señalar que un somero repaso al argumento nos muestra que los hombres propician todos los puntos de inflexión de la obra. Es Halle quien compra la libertad de su madre, Baby Suggs. Sin este sacrificio, y sin la ayuda de Edwin Bodwin, esta no se hubiese establecido en Cincinnati, en el hogar del 124 de Bluestone Road, lugar en el que transcurre la acción principal. Sin la llegada del Maestro a Sweet Home, los esclavos no hubiesen pensado en la huida, y es la reaparición del Maestro en el 124 lo que rompe la mayor cima de felicidad y equilibrio al que habían llegado los personajes femeninos y desencadena la tragedia. Analizándolo aún más detenidamente, Stamp Paid es también otro desencadenante de lo ocurrido. Stamp Paid, que había ayudado a Sethe en la última etapa de su huida, había impedido que muriese y le había conducido hasta su destino, lleva semanas después un cesto de moras a la casa de Baby Suggs. Ante tal regalo, la mujer decide hacer una fiesta que acaba siendo casi un insulto para sus vecinos, por la felicidad y el orgullo que desbordan las mujeres de la casa. Por ello, al día siguiente se niegan a avisar con antelación de la llegada de los blancos.  
Durante los dieciocho años siguientes se impone un nuevo equilibrio: el aislamiento de las mujeres, que comparten su existencia con un bebé fantasma. Solo la llegada de Paul D logra expulsar al bebé fantasma, lo que provoca, a su vez, la encarnación de Beloved. Cuando Paul D vence las artimañas de Beloved para expulsarlo del lado de Sethe, se funda un nuevo equilibrio, que puede reconocerse como el segundo momento de máxima felicidad de la historia, que vuelve a quebrarse por la intervención de un hombre: Stamp Paid, quien descubre a Paul D el pasado de Sethe. La marcha de Paul D de la casa hace necesario el establecimiento de una nueva situación, que se degrada rápidamente debido al poder destructor de Beloved. Aunque es cierto que Denver es quien sale de ese círculo para buscar ayuda, es la llegada de Edward Bodwin al 124 la que propicia involuntariamente la catarsis final y la desaparición de Beloved. Al final del texto, el reingreso en la casa de Paul D es el que cierra la novela con el anuncio de una nueva estabilidad.
Con el recorrido anterior, es fácil concluir que siempre hay un hombre en cada inflexión de la historia. Pero centrándonos en las características del corpus elegido, este sería el cuadro resumen de las páginas de la obra en la que los hombres tienen mayor relevancia que los rolles femeninos:
PARTE
PÁGS
PERSONAJE
CONTENIDO
Primera
149-159
Paul D
Narración muy sincopada de las experiencias del personaje desde su huida de Sweet Home: las condiciones de los trabajos forzados a los que lo sometieron tras su captura en Georgia, su huida, su estancia escondido con los cherokíes, su viaje hacia el norte, el encuentro con una mujer de Delaware que lo acoge y con la que convive varios años.
Primera
160-164
Paul D
Cuenta cómo Beloved decide expulsarlo de la vida de Sethe. Pese a que Paul D sigue deseando y queriendo a Sethe, y cada vez más, se siente fatalmente atraído por Beloved, por lo que se va alejando del dormitorio de la protagonista: mecedora, habitación de Baby Suggs, despensa y, ya fuera de la casa, fresquera. Es en esta última ubicación donde se produce el primer encuentro sexual.
Primera
174-184
Paul D
Paul D desea confesar a Sethe lo que le está ocurriendo, para que, de este modo, pueda liberarse de Beloved. Como es incapaz de confesar la verdad, le pide que tengan un hijo juntos. Al aceptar Sethe, el hombre se siente liberado y agradecido. Al final del capítulo el narrador cambia de perspectiva, y se ve cómo Sethe, en realidad, no quiere tener más hijos.
Primera
185-186
Paul D
Lo protagoniza Beloved, que, al sentirse derrotada por Paul D y haber perdido su ascendente sobre él, cree que todo su cuerpo se va a desarticular poco a poco.
Primera
212-217
Paul D
Se ha alcanzado el máximo grado de felicidad en la acción, pero la conversación entre Stamp Paid y Paul D la destroza. Le enseña el periódico en el que se cuenta lo sucedido con Sethe y sus hijos. Aunque Paul D se niega a creer que esa mujer es la suya (porque la boca del dibujo del periódico no es la de ella), debe reconocer que el relato de Stamp Paid es cierto. En el capítulo Stamp Paid también confiesa que el motivo de que los demás negros no advirtiesen de la llegada de los jinetes fue la envidia provocada por la felicidad que habían alcanzado las dos mujeres.
Primera
218-226
Paul D
Conversación entre Paul D y Sethe sobre lo sucedido dieciocho años antes, que lleva a la ruptura entre los dos personajes.
Segunda
229-269
Stamp Paid, aunque va alternando su relevancia con los personajes femeninos
El narrador nos cuenta cómo Stamp Paid se siente culpable por haber revelado a Paul D el secreto de Sethe sin haber tenido en cuenta los sentimientos de esta ni lo que podría convenirle a Denver, por lo que decide acudir a la casa de Sethe, donde no ha entrado hace muchos años. El capítulo, que va alternando fragmentos focalizados por Stamp Paid con otros focalizados por Sethe, combina también el presente y el pasado de la historia, y explica cómo se produjo el aislamiento del hogar de la protagonista en los últimos dieciocho años en las partes de Stamp Paid y cómo las tres mujeres inauguran una nueva felicidad sin Paul D, que ya desde el primer momento se aprecia tramposa. Al final del capítulo esta alternancia de pasado y futuro cambia de protagonista: es Sethe la que recuerda cómo fue su huida de Sweet Home y Stamp Paid el que vuelve al presente de la historia para ver por la ventana a Denver y una presencia que no sabe qué es y de la que va a hablar con Ella.
Segunda
293-307
Paul D
Se plasman las reflexiones de Paul D en las escaleras de la iglesia en la que ha conseguido refugio.
Segunda
308-315
Paul D y Stamp Paid
Conversación entre los dos hombres en la iglesia, en la que Stamp Paid le ofrece refugio en cualquier casa de Cincinnati y hablan sobre la presencia de Beloved en la casa.
Tercera
345-350
Edward Bodwin
Es protagonista absolutamente involuntario de la catarsis final. Desea recoger a Denver de la casa para llevarla a su nuevo trabajo y, de paso, comprobar si aún se mantienen enterrados sus tesoros de infancia en el jardín de la casa. Sethe, absolutamente trastornada por el aislamiento, confunde a aquel blanco con el Maestro y piensa que viene a llevarse de nuevo a sus hijos, por lo que intenta matarlo. Esto provoca la desaparición de Beloved.
Tercera
350-365
Paul D y Stamp Paid
Estas páginas explican el final de la historia y el destino de cada uno de los personajes. Se ofrecen hipótesis de la posible naturaleza de Beloved. Se aclaran más aspectos de la vida de Paul D y, para terminar, se intuye que surgirá un nuevo equilibrio en el que el hombre cuide a Sethe y la rescate de su postración.

Los fragmentos que acabamos de extractar cumplen diversas funciones. La más obvia es la puramente estructural. Los momentos en los que el narrador focaliza a través de los personajes masculinos aclaran lo que sucede o ha sucedido en la historia. El diseño de Beloved, sin tener una complejidad faulkneriana, no sigue las pautas de una narrativa tradicional, pero como estos capítulos resultan mucho más convencionales, evitan que el lector pierda detalles importantes.
El ejemplo más obvio de lo anterior se encuentra en la segunda parte de la obra dividida en siete capítulos: el primero, el sexto y el séptimo se narran usando recursos tradicionales a partir de un narrador extradiegético y heterodiegético que elige diferentes focalizaciones: Stamp Paid en el primero, Paul D en el sexto y focalización 0 en el séptimo. Sin embargo, los capítulos intermedios, que buscan, además, una progresiva descomposición del estilo, utilizan narradoras homodiegéticas: Sethe, el segundo; Denver, el tercero; y Beloved, el cuarto y el quinto. Por lo tanto, Morrison usa a sus personajes masculinos para hacer más accesible su propuesta.
También son los hombres los que nos sirven para ofrecer hipótesis sobre la naturaleza de Beloved: ¿alucinación, fantasma, mujer de carne y hueso? El hecho de que Stamp pueda ver a Beloved descarta que sea un personaje que solo exista para los habitantes de la casa. Además, en su conversación con Ella en el capítulo uno de la segunda parte y con Paul D en el capítulo siete al lector le quedan claras las siguientes variables: Beloved es alguien completamente desconocida para el pueblo, nadie la ha visto pese a que en la novela se repite varias veces que sale a la calle para encontrarse con Sethe. No obstante, como decía arriba, Beloved es una realidad tangible o al menos visible, lo que también se confirmará en la catarsis final. Por ello, en esas conversaciones se habla de fundamentalmente de dos posibilidades: que sea una mujer que vivió encerrada toda la vida y que acababa de escapar de la influencia de su captor, o que se trate de una fuerza demoniaca que ha ocupado una casa maldita. Esta es la que los personajes creen más probable, por ser compatible con lo que piensa la comunidad negra sobre Sethe, a quien ven poco menos que como una poseída. No obstante, hay una tercera posibilidad, en mi opinión mucho más sugerente para los lectores de la novela. Antes del intercambio de impresiones con Ella, Stamp llega a pensar que Beloved es la encarnación de todo el dolor de una raza: “Esta vez, aunque solo descifró una palabra, creyó saber quiénes hablaban. La gente del pescuezo roto, de la sangre cocida en la hoguera, las chicas negras que habían perdido sus cintas” (p. 245).
Otro servicio que prestan los personajes masculinos en Beloved es el de subrayar la denuncia contra el racismo. Es indiscutible que cada línea de la obra clama contra la injusticia de la esclavitud y sus consecuencias posteriores. Sin embargo, cuando se leen estas páginas de forma aislada se es mucho más consciente de esta intención de la autora que cuando se muestran diluidas en el conjunto del libro. Por utilizar una metáfora poco original pero muy ilustrativa, los personajes de Morrison serían diferentes instrumentos de una orquesta. Cuando los oyes tocando a la vez solo atiendes a la complejidad y belleza de la pieza, pero al aislar unos determinados instrumentos, sí que aprecias tanto su particular timbre como las variaciones de la partitura que les ha atribuido la compositora.
Ejemplos de esta intención de denuncia los tenemos, entre otros muchos, en el primer capítulo de la segunda parte en la que Stamp Paid recuerda los abusos y maltratos que se siguieron cometiendo contra los negros después de la guerra, que parecían convertir en inútiles todos sus años dedicados a intentar salvar esclavos huidos; o en las últimas páginas de la obra, donde, una vez más, se hace una larga aclaración sobre la azarosa vida de Paul D como esclavo en la plantación, como prófugo, como preso en Alfred, Georgia, como huido, como soldado de ambos bandos en la Guerra de Secesión, como hombre libre que se esfuerza por sobrevivir en condiciones de vida lamentables... De cada una de estas facetas de su vida ya se ha hablado en muchos otros lugares de la obra, entonces, ¿por qué se necesitan de nuevo tantos detalles -y al final de la novela, cuando ya parece todo cerrado- si no es porque Morrison quiere subrayar y alzar la voz contra todas esas calamidades?
Por esa intención de que los personajes masculinos sirvan como cauce a su denuncia más explícita, la autora les deja a ellos la plasmación de los contenidos con mayor carga expositiva, en los que se intenta hacer reflexionar al lector sobre las consecuencias devastadoras de la esclavitud, tanto antes como después de su abolición. De este modo se explica uno de los textos más lúcidos de la segunda parte, al final del capítulo primero, en el que narrador reproduce de manera indirecta la siguiente reflexión sobre el origen de ese racismo:
“El día que Stamp Paid vio las dos espaldas a través de la ventana y bajó deprisa los peldaños, creyó que el lenguaje indescifrable que rodeaba la casa era el murmullo de los negros muertos y airados. Muy pocos habían muerto en la cama, como Baby Suggs, y ninguno que él hubiera conocido -ni siquiera Baby Suggs- había vivido una vida vivible. Incluida la gente de color muy educada: los que habían ido mucho tiempo a la escuela, los doctores, los maestros, los que escribían en los periódicos y los hombres de negocios adelante, cargaban con el peso de toda la raza. Se necesitan dos cabezas para eso. Los blancos creían que al margen de la educación y sus modales, debajo de toda piel oscura había una selva. Veloces aguas innavegables, babuinos oscilantes y chillones, serpientes dormidas, encías roas a la espera de su dulce sangre blanca. Y en cierto sentido, pensaba Stamp Paid, tenían razón. Cuanto más se esforzaba la gente de color por convencerlos de los buenos que eran, de lo inteligentes y cariñosos, de lo humanos que eran, cuanto más se esforzaban los negros en persuadir a los blancos de algo que a sus ojos estaba fuera de toda duda, más profunda e intrincada crecía la selva en su interior. Pero no era la selva que los negros habían llevado consigo a este lugar desde otro (vivible). Era la selva que los blancos plantaban en ellos. Y crecía. Se extendía. En, a través y después de la vida, se extendía hasta invadir a los blancos que la habían plantado. Les tocaba uno a uno. Los cambiaba y alteraba. Los volvía sanguinarios, tontos, peores aún de lo que querían ser, tan asustados estaban de la selva que habían plantado. El babuino chillón vivía bajo su propia piel blanca, las encías rojas eran sus encías.
Entretanto, el extendido secreto de esta nueva clase de selva blanca permanecía oculto, silente, excepto de vez en cuando, si se oía su mascullar en sitios como el 124” (pp. 268-269).

Los personajes masculinos fundamentales se encargan de plasmar estos planteamientos de la autora, que ya en la segunda mitad del siglo XX no se pueden dejar a la voz del narrador, a no ser que el novelista quiera ser acusado de moralizador y editorializante. Esto se enlaza con la última función que, en mi opinión, tienen los hombres en Beloved. Menos Denver, que se autorrescata para la vida en la tercera parte de la novela, las mujeres de la obra acaban asumiendo una actitud o bien vengativa -Beloved-, o bien derrotista -Baby Suggs y Sethe-. Son los dos hombres de los que estamos hablando los que ofrecen otras opciones: Stamp Paid para Baby Suggs y Paul D para Sethe. Como ya he señalado, los dos han sufrido y han visto cosas terribles, sin embargo, ambos prefieren perseverar, aunque sepan que probablemente la siguiente parada también sea una derrota. Este es el sentido de las conversaciones de Stamp con Baby Suggs que se reproducen en el primer capítulo de la segunda parte. En ellas intenta convencerla para que vuelva a predicar en el claro del bosque pese a la tragedia. Stamp le reprocha que haya perdido la fe en Dios y en la comunidad negra, aunque a la larga entiende los motivos de su amiga:
“Ahora, mientras trataba de llegar por segunda vez al 124, se arrepintió de aquella conversación: el tono airado que adquirió, su negativa a ver el efecto del cansancio en los tuétanos de una mujer a la que él consideraba fuerte como una montaña. Ahora, demasiado tarde, la comprendía. El corazón que bombeaba amor, la boca que pronunciaba la Palabra, no importaban. Habían entrado en su patio y ella no podía aprobar ni condenar la brutal decisión de Sethe. Cualquiera de ambas cosas la habría salvado, pero superada por lo que ambas implicaban, se metió en la cama. Por fin los blancos habían acabado con ella” (p. 243-244).

Como Stamp Paid es el espejo en el que se mira Baby Suggs, Sethe lo hace con aún mayor claridad en Paul D. El antiguo esclavo de Sweet Home entiende que cuando Sethe decidió matar a sus cuatro hijos, solo quiso librarlos de la insoportable vida que habían llevado ellos en la plantación. Lo comprende (pp. 222-223), pero no es capaz de aprobarlo:
“- Tu amor es demasiado denso -dijo, al tiempo que pensaba: esa bruja me está mirando, está encima de mi cabeza observándome a través del techo.
-  ¿Demasiado denso? -repitió interrogadoramente Sethe, pensando en el Claro, donde las órdenes de Baby Suggs arrancaban las vainas de los castaños. El amor es o no es. El amor poco denso no sirve para nada.
-  Sí. No funcionó, ¿verdad? ¿O sí? -le preguntó.
-  Funcionó -afirmó ella.
-  ¿Cómo es eso? Tus hijos se han ido y no sabes adónde. Una de tus hijas ha muerto y la otra no se atreve a traspasar el patio. ¿Cómo dices que funcionó?
-  No están en Sweet Home. Maestro no los tiene.
-  Tal vez estén peor.
-  No es asunto mío saber qué es peor. Lo mío es saber qué s lo que es y mantenerlos alejados de lo que sé que es un espanto. Y lo hice yo.
-  Lo que hiciste está mal, Sethe.
-  ¿Tendría que haber vuelto allá? ¿Tendría que haber llevado allá a mis hijos?
-  Podría haber habido otra manera. Otra manera.
-  ¿Cuál?
-  Tienes dos pies, Sethe, no cuatro -dijo Paul D y en ese momento una intrincada selva, sin sendas y personal, se interpuso entre ambos” (pp. 225-226).
Setenta páginas después de este diálogo, y abrumado por el fracaso de su relación con Sethe, Paul D se pregunta si es realmente un ser humano: ¿lo es sin necesidad de que nadie le conceda tal etiqueta?, ¿lo es porque lo dijo Mr. Garner?, ¿lo es porque ha conseguido sobrevivir a todas las dificultades?, ¿o lo ha sido solo cuando sus aspiraciones han ido más allá de encontrar qué comer y dónde dormir? De alguna manera, está convencido de que Sethe lleva razón y que solo se es realmente un hombre cuando se vive como tal, pero, pese a ello, no se deja vencer y le volvemos a encontrar repuesto al final de la obra. Es su apuesta férrea por la vida, se presente esta como se presente, lo que salva a Sethe en las últimas páginas:
“Lo mira. La piel de hueso de melocotón, el pliegue entre sus ojos alertas y expectantes y lo ve… ve eso que hay en él, una bendición que no ha convertido en el tipo de hombre capaz de entrar en una casa y hacer llorar a las mujeres. Porque con él, en su presencia, pueden. Llorar y decirle cosas que solo se cuentan entre sí.
(…)
-  Sethe -le dice-, tú y yo tenemos más ayer que nadie. Necesitamos alguna suerte de mañana.
Se inclina y le coge la mano. Con la otra, le acaricia la cara.
-   Tú eres lo mejor que tienes, Sethe. Lo mejor que tienes eres tú.
Entrecruza sus dedos con los de ella.
-   ¿Yo? ¿Yo?” (pp. 362-363)

En conclusión, sería un auténtico despropósito sugerir que los personajes masculinos son tan importantes o igual de interesantes que los femeninos en Beloved. Cuando se estudia las páginas dedicadas a los hombres de manera aislada, se evidencia que no son estas las que aportan la maestría del conjunto, pero sin ellas la magnitud de la obra quedaría seriamente mermada.
Beloved es un mundo de mujeres, pero los personajes masculinos no son negativos en la mayor parte de las situaciones, aunque en muchos casos se les excluya en detrimento del propio bienestar y felicidad de las protagonistas. De alguna manera, los personajes masculinos de Morrison refutan lo que piensan sus personajes femeninos sobre los hombres: “Sethe lo miró fijamente, serenamente, dispuesta a aceptar, aliviar o disculpar a un hombre ante la adversidad o con problemas. Una mirada aceptadora por adelantado, pues no creía que ninguno de ellos -a la larga- diera la talla” (p. 178). La novela muestra hombres buenos, que aman sinceramente, que son débiles, sin duda, pero que luchan contra esa debilidad con todas sus fuerzas, aunque a veces sean incapaces de vencerla o se equivoquen en el camino.
En mi opinión, Morrison, aunque jamás condena a Sethe o a Baby Suggs, y nos ayuda a entenderlas y a compadecerlas, no acepta la salida que toman ambas mujeres: la muerte o la derrota. Son los personajes masculinos los destinados a transmitir una alternativa esperanzada. Por lo tanto, siendo el retrato de las mujeres de la novela lo que hace a Beloved  una novela extraordinaria, pues la lleva mucho más allá de la necesaria denuncia y le hace tratar temas eternos como la maternidad, el sentido de la vida, el amor, la muerte o la culpa, es la presencia de los hombres y su importancia capital en la estructura y el significado de la novela, lo que universaliza su mensaje y hace que resuene en cualquier lector sea cual sea su condición.



[i] Para quienes no se hayan leído la novela, incluyo un resumen de su argumento. El libro cuenta la historia de Sethe, una esclava negra que llega a la plantación de los Garner, Sweet Home, siendo apenas una adolescente. Allí se casa con Halle, quien antes de la llegada de Sethe había conseguido comprar la libertad de su madre Baby Suggs y lograr que se estableciese como mujer libre en Cincinnati. Halle y Sethe forman una familia, y todo parece ir razonablemente bien gracias a la forma más “amable” de entender la esclavitud de los Garner. Hasta que Mr. Garner muere y Mrs. Garner llama al Maestro para que la ayude a llevar la propiedad. A partir de ese momento la vida en la plantación se convierte en un infierno, y los esclavos deciden huir. El plan sale mal, pero Sethe consigue mandar a sus tres hijos a Cincinnati y ella logra huir sin Halle, a pesar de que se encuentra en las últimas semanas de embarazo. Tiene a su última hija, Denver, en el camino, gracias a la ayuda de una chica blanca, y finalmente llega a la casa de su suegra. Las dos mujeres y los cuatro niños viven un mes de absoluta felicidad, hasta que Sethe ve llegar de nuevo al Maestro. Ante la posibilidad de que sus hijos vuelvan a ser esclavos, los reúne en el granero e intenta matarlos, aunque solo consigue arrebatar la vida a su hija mayor: Beloved. No pasa mucho tiempo en la cárcel, pues los grupos anti-esclavistas consiguen que el caso se vea como una aberración más de la práctica de la esclavitud, pero la propia comunidad negra de Cincinnati aísla a las mujeres, que se mantienen durante dieciocho años en una casa dominada por un bebé fantasma. Los hijos varones pronto abandonan el hogar, y Baby Suggs muere años después, por lo que se quedan solas Sethe y Denver. Esta situación cambia con la llegada de un antiguo esclavo de Sweet Home, Paul D, quien logra que el bebé fantasma desaparezca. Sin embargo, al poco tiempo aparece en el porche de la casa una extraña joven llamada Beloved, que intenta acaparar la atención de Sethe, pero no lo consigue del todo hasta que Paul D no abandona a la familia tras enterarse del asesinato que cometió Sethe dieciocho años antes. A partir de entonces comienza un deterioro progresivo de la vida en la casa. Denver, finalmente, sale a pedir ayuda, lo que propicia la catarsis final: Sethe intenta matar al hombre que realmente la salvó de la prisión al confundirlo con el Maestro y creer que vuelve para llevarse a sus hijas. Tras la desaparición de Beloved Paul D regresa al 124 de Bluestone Road para ayudar a Sethe a recuperar su vida.

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