El sutil triunfo del pensamiento de los personajes femeninos en la novela “Al faro”

Por: Alejandro Manrique

Obra: “Al faro”
Autor: Virginia Woolf
Año: 1927
Edición: Seix Barral, 1984

La novela “Al faro” de Virgina Woolf es reconocida por ser un ícono de la narrativa en prosa de la primera mitad del siglo XX debido a sus logros modernistas como son el manejo de la subjetividad de los personajes y sus pensamientos, el recurso del monólogo interior, los saltos temporales, el multiperspectivismo, la empatía del narrador con los personajes y hasta la fusión de sus voces, el lenguaje experimental, entre otros rasgos característicos.

Woolf, al ser además una persona con principios filosóficos y éticos comprometidos con la causa feminista, tendrá aproximaciones reflexivas y profundas por parte de personajes mujeres a través de sus diferentes roles y actividades en las historias narradas. Creemos, además, que Woolf, debido a sus enfermedades y trastornos mentales, habría tenido una particular sensibilidad al momento de entender la psicología humana y retratar personajes complejos y ambiguos que reflejan, en esencia, la condición esencial de las personas.

Es por lo anterior que, a través de la lectura de “Al faro”, consideramos percibir una reivindicación deliberada, por parte Woolf, de la condición de la mujer y de su profundidad de pensamiento, así los personajes no reparen en ello y se vean opacadas por la dominación, aún, de una sociedad claramente machista por parte del hombre.

La novela “Al faro” consta de tres partes. En la primera, se narra la historia de la familia Ramsay, junto con sus invitados, en un día de verano en la isla Skye al norte de escocia. Los temas de trasfondo son la pintura que Lily Briscoe hace sobre la señora Ramsay y el hijo menor James, así como la negativa del señor Ramsay en ir al día siguiente al faro debido a que habrá mal clima, desilusionando a James. Entre tanto, a través de los diferentes hechos que ocurren durante ese día, así como de los recuerdos y pensamientos de los personajes, se hace una descripción de las personalidades y psicología de los personajes, desde los padres Ramsay, algunos de los ocho hijos y los diversos invitados. En la segunda parte, se narra, de manera magistral y lírica, el paso de diez años, tiempo en que, nos enteramos, habrán fallecido la señora Ramsay y sus hijos Prue y Andrew. En la tercera parte, la familia y algunos invitados regresan a la isla Skye y, finalmente, se concreta el viaje en barco al faro entre el señor Ramsay y sus hijos James y Cam, acompañados por el pescador Macallister y su hijo. Padre e hijos llegan a un momento de empatía y Lily termina de pintar el cuadro que, durante tiempo, había permanecido inacabado.

En la primera parte del libro vemos que, en una sociedad claramente machista y dominada por el hombre, personajes como del joven invitado Tansley se expresan, de manera normal, de las mujeres como seres incapaces de pintar o escribir, en directa alusión a Lily y el cuadro que pintaba sobre la señora Ramsay y James, lo que terminará afectando la confianza de Lily quien escucha las sentencias categóricas de Tansley (p. 59). En paralelo, el señor Ramsay que, si bien a su manera quiere y valora a su esposa, y que incluso depende de ella emocionalmente porque ella de manera constante lo reconoce como hombre elevado y superior en su intelecto, mencionará, hacia el final de la primera parte en una escena en el dormitorio, que su mujer es ciertamente muy hermosa, pero con poca inteligencia y cultura (p. 142).

Tansley es un personaje odiado por todos, la típica persona acomplejada y resentida que trata de imponerse ante el mundo a partir del uso de su inteligencia y el desmerecimiento de los demás, como ocurre con Lily. Sin embargo, es un personaje que Woolf utiliza de manera precisa y limitada porque es a través de él lo que Woolf quiere explicar y transmitir como pensamiento prejuicioso y estereotipado de la mujer: no saben pintar ni escribir. El personaje de Tansley no cumple más que con ese rol y no vuelve a aparecer en el resto de la novela. En se sentido, nos centramos en el personaje del señor Ramsay porque será a través de su figura en que se moldeen los sucesos de principio a fin de la historia. Él impide el viaje al faro en la primera parte de la novela, y lo suscita en la tercera parte, logrando ganarse los corazones de sus hijos a partir de preguntas simples y tiernas hacia Cam, así como reconociendo el buen pilotaje del barco por parte James hasta llegar al faro. Y también se ganará el corazón de Lily, con quien tiene una conversación antes de partir al faro y a quien termina endulzando y provocando empatía. Lily, que hasta ese momento se había mostrado recelosa y rencorosa con el señor Ramsay, terminará viéndolo con dulzura, incluso deseando que regrese ya del faro para seguir tratándolo (dejando abierta la opción de un posible involucramiento emocional).

Como decíamos arriba: el señor Ramsay, y con él la figura del hombre dominante, se han impuesto. El señor Ramsay es un hombre inteligente, un académico, profesor y filósofo que publicó una obra de gran prestigio y alcance cuando tuvo veinticinco años, manteniendo un ritmo posterior continuo de publicaciones. Ya alrededor de los sesenta años, es un hombre soberbio, prepotente, autoritario y déspota (como mencionan sus hijos James y Can en la tercera parte), autocomplaciente, manipulador, necesitado de reafirmación intelectual, reconocimiento, admiración y reiteración constante de que él es una persona, un hombre, sumamente superior. De eso se encarga, de manera noble y abnegada, la señora Ramsay. Siempre le dirá lo que él quiere escuchar. El señor Ramsay vivirá preocupado por la trascendencia de su pensamiento, por el ser recordado y valorado, por desear que su obra intelectual y sus libros perduren.

En un pasaje de la primera parte, el señor Ramsay reflexiona sobre Shakespeare, el progreso de la civilización, la existencia de los esclavos en la época faraónica, el arte, el hombre medio y demás temas que, él considera, deberá preparar para una clase “a beneficio de los jóvenes [universitarios] de Cardiff” (p. 53). Dicho pensamiento refleja el estado actual de las cosas en la forma de pensar y de ser del señor Ramsay, hombre paradigmático de un mundo dominado por los hombres sobre las débiles mujeres que no saben pintar ni escribir, y que pueden ser bellas como su esposa, pero carentes de inteligencia y cultura.

Ante ello, observamos cómo, sutilmente, Woolf introduce el pensamiento reflexivo, elevado, pragmático y mucho más complejo de las mujeres que el que el señor Ramsay tiene. Mientras él piensa sobre temas “menores” para su clase de filosofía, personajes mujeres como la señora Ramsay, Lily y la hija menor Cam estarán pensando, en diferentes momentos, sobre las ramificaciones, implicancias y rasgos fundamentales sobre la vida y la muerte en el marco de la realidad cotidiana. Es decir, mientras el señor Ramsay se mantiene en el mundo platónico de las ideas fuera de este mundo, las tres mujeres serán de un pensamiento más aristotélico, más vital y pragmático, más aterrizado a la realidad de sus vidas, pero siempre bajo la complejidad de temas tan profundos como la vida y la muerte.

La señora Ramsay, esposa y madre, no sólo es una mujer inteligente (cosa contraria a lo que cree su esposo), sino que es mucho más inteligente de lo que ni ella ni nadie se da cuenta (tal vez Lily sí). Es una mujer que si bien ha aceptado su rol de madre, esposa y consoladora emocional del señor Ramsay, tiene gran libertad de pensamiento y acción y lo demuestra en la forma en que pone orden en la vida de todos los demás, desde su esposo e hijos hasta la de los demás. Vemos parte de su pensamiento a través de los siguientes pasajes:

“Ahí estaba la libertad, ahí estaba la paz, y ese bien, entre todos preciado, que es el poder emplazarse, descansar sobre una plataforma estable. […]; y acudía siempre a sus labios alguna exclamación de triunfo causada por la victoria sobre la vida cuando las cosas se fundían en esta paz, este reposo, esta eternidad; y, deteniéndose en sus reflexiones […] (p. 76).

“¿Cómo ha podido el señor crear este mundo? […] El mundo es capaz de la más vil traición. Lo sabía. No hay felicidad duradera” (p. 77).

Por su parte, Lily, mujer que se siente en condición de inferioridad por sus particulares rasgos físicos no tan agraciados, de saberse mujer soltera, mayor y sin hijos y por ello estereotipada, de haberse sentido disminuida por la sentencia de Tansley, se revela diez años después como una mujer que ha aprendido de las derrotas y, de vuelta a la isla Skye, demuestra madurez de pensamiento mientras recuerda a la señora Ramsay y elucubra sobre la vida y la muerte. Vemos rasgos de ello mientras termina su lienzo:

“¿Cuál es el significado de la vida? Y eso es todo: una simple pregunta, una pregunta que tiende a obsesionarnos a medida que transcurren los años” (192).

“[…] Y ella no quería decirle una cosa, sino todo (al señor Carmichael). Las pequeñas palabras que quiebran el pensamiento y lo dispersan, no expresan nada. «Sobre la vida, sobre la muerte; sobre mistress Ramsay». […] la idea vuelve a sumergirse en el fondo de la conciencia; y acaba uno por parecerse a la mayoría de la gente de edad madura, cautelosa, furtiva, con arrugas en el entrecejo y una mirada de constante aprensión. Pues, ¿cómo se puede expresar con la palabra esta emoción del cuerpo? ¿Expresar el vacío?” (p. 211).

Por su lado, Cam, de diecisiete años, comparte junto con James un odio profeso al señor Ramsay, considerándolo un ser déspota y autoritario, como señaláramos más arriba. Ella, sentada en proa en la pequeña embarcación que los lleva al faro, mantendrá un código de firmeza contra el padre que compartirá con James, sentado en popa. Ambos, con solo mirarse, intuirse, pensar uno en el otro, se mandarán mensajes a través de gestos. Ambos quieren resistir la figura del padre. Sin embargo, el señor Ramsay, apelando estratégicamente a preguntas pueriles y dulzonas a su hija, se la ganará y ella verá en él a una figura cariñosa, entrañable. Aunque antes de ello, en pleno viaje sobre el mar, Cam dejará volar su mente hacia las reflexiones sobre la vida y la muerte al igual que su madre y Lily. Vemos por ejemplo: “En este sitio, poco más o menos, pensó, chapoteando la mano en el agua, se había hundido un barco, y murmuró, soñadora, medio dormida, «perecemos todos, cada uno solo» (p. 226).

Finalmente, regresando a Lily, cuando ella termina de pintar su cuadro, en paralelo la pequeña embarcación llega al faro. Lily, claramente emocionada y haciendo gala de una gran reflexión presentada en el último párrafo de la novela, evoca un último pensamiento que se impondrá sobre la visión de las cosas y el mundo que tiene el señor Ramsay. Mientras él quiere perdurar a través de sus libros y su intelecto, a ella no le importará si el cuadro pintado termina destruido o colgado en una buhardilla. “Qué importaba”, se preguntó (p. 246). Con ello demuestra que lo más importante será la emoción, el sentimiento, la evocación del momento, el vivir en un segundo, sin importar qué suceda luego. Ese pensamiento pragmático y emocional ha sido mostrado por la señora Ramsay, por Cam y al final del libro, de manera reiterada pero esta vez prístina, por Lily. Es una filosofía pragmática y realista sobre la vida, algo aterrizado a lo cotidiano y significativo, opuesto al pensamiento abstraído y pretensioso del señor Ramsay. Es pues, para nosotros, un triunfo de los personajes mujeres y de su pensamiento en la historia de Woolf.

No obstante, sabiendo Woolf que vive aún en un mundo de imposición del hombre (recordar que la novela fue publicada en 1927), con elegancia y finura escribe un final donde el señor Ramsay vence sobre sus hijos, Lily y el recuerdo de la señora Ramsay, pero aquellos que hemos leído el mensaje entre líneas sabremos observar y apreciar la reivindicación que Woolf hace sobre el pensamiento filosófico-práctico de la mujer a través de personajes mujeres que, irónicamente, aún no se han dado cuenta de ello dentro de la historia. Pero el mensaje está dado.

En conclusión, a través de un uso moderno del lenguaje, técnicas y recursos, Woolf crea y recrea, a través de “Al faro”, un mundo de subjetividades donde hay un predominio masculino tradicional, pero donde aparecen los primeros brotes de un pensamiento liberal femenino a través de personajes mujeres de diferentes edades y que, como la luz del faro como metáfora personal de vida en cada una de ellas, dejan brotar para iluminar la mente de los lectores.

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