La escritura de Duras en El amante
«C’est fou ce que je peux t’aimer, mon amour»
Les mots
d’amour - Édith Piaf
La escritora Marguerite
Duras (1914-1996) pasó su infancia y adolescencia en la Indochina francesa. Este hecho la
marcará y servirá de inspiración para muchas de sus novelas. Estudió Derecho,
Matemáticas y Ciencias Políticas. De 1935 hasta 1941, trabajará como secretaria
en el ministerio de las Colonias. Durante la Segunda Guerra Mundial, participará
en la Resistencia francesa y «dos años después de la guerra, miembro del PCF»[1]. Un dique contra el Pacífico (1950) es la novela que la dio a
conocer, pero será El amante el libro
que le dé fama mundial llegando a ganar el premio Goncourt en 1984.
«¿El amante? Si son solo comentarios de fotografías», solía explicar.[2] En esta novela se
establece un diálogo con el lector en
el que el deseo de explicarle cuenta mucho más que el deseo de contar: «Muy
pronto en mi vida fue demasiado tarde A los dieciocho años ya era demasiado
tarde. […] A los dieciocho envejecí. […] Ese envejecimiento fue brutal. […] En
lugar de horrorizarme seguí la evolución de ese envejecimiento con el interés
que me hubiera tomado, por ejemplo, por el desarrollo de una lectura. […]
Tengo un rostro lacerado por arrugas secas, la piel resquebrajada. […] Tengo un
rostro destruido».[3]
Además, se convertirá en una batalla contra el silencio letal de su familia:
«En las historias de mis libros que se remontan a la infancia, de repente ya no
sé de qué he evitado hablar, de qué he hablado».[4] A Duras le asusta la idea
de volver a escribir Un dique contra el
Pacífico. En una de sus libretas anota sus propias dudas: «La historia de
mi vida más o menos la he escrito […] lo que estoy haciendo es diferente. Ahora
hablo de algunos puntos de esa historia, sobre todo de aquellos sobre los que
he escondido […], de algunos ocultamientos que he llevado a cabo, de algunos
ecos, de algunos sentimientos […] Ahora toda aquella gente que poblaba las
casas de mi infancia han muerto. Y han muerto para mí, para todo el mundo y para
mí. Y la inconveniencia de lo escrito ha desaparecido».[5]
La escritora se sumerge
en su memoria, sueña en voz alta lo que podría o tendría que haber sido la
historia de su adolescencia. Duras inventa a un amante dulce, paciente,
enamorado. Sin embargo, para ella la historia de amor con el chino no es el
centro del libro. El verdadero tema es, para Duras, la escritura. No quiere
escribir de forma moral sobre su familia como en Un dique contra el Pacífico: «He escrito mucho acerca de los
miembros de mi familia, pero mientras lo hacía aún vivían, la madre y los hermanos,
y he escrito sobre ellos, sobre esas cosas sin ir hasta ellas»[6]. En El amante escribirá de ellos no sobre ellos: «Escribir, ahora, se diría que no es nada. A veces sé eso: que
desde el momento en que no es, confundiendo las cosas, ir en pos de la vanidad
y el viento, escribir no es nada».[7] Reiteraría que no era una autobiografía sino una ficción. La propia
autora dirá: «La historia de mi vida no existe. Si escribo no es para contar mi
historia. La escritura me ha quitado lo que me quedaba de vida, me ha
despoblado y ya no sé discernir lo que es verdad entre lo que está escrito por
mí sobre mi vida y lo que realmente he vivido».[8] Lo que Duras buscaba no
era transcribir la realidad ni el punto de vista de los personajes sino mostrar
que, a través de la literatura, uno puede reconciliarse consigo mismo, de
volver al pasado sin volverlo caótico.
Duras habla con total
sinceridad del alcohol, de la escritura, del Partido Comunista, de Jean-Paul
Sartre y de su adolescencia en Indochina en el programa «Apostrophes»
entrevistada por Bernard Pivot. Durante esa hora, la autora se muestra ora
jocosa, ora seria, pizpireta y profunda. Al día siguiente de la entrevista, en
las librerías, El amante arrasó. En
la radio, en los periódicos, en la televisión se hablaba solo de ella. Duras se
convertiría en un fenómeno editorial y social. Confesará a Pivot: «Me siento un
poco incómoda. Diez años ha durado el silencio a mi alrededor. Se produce un
efecto en cadena».[9]
Nadie puede ni debe
permanecer indiferente ante un texto de Marguerite Duras. Su escritura es ella
misma. Ella, en silencio. Ella, en soledad. Como la propia Duras, El amante tiene estructura fragmentaria.
Una voz interior de la narradora trae el recuerdo al presente. Dice: «La madre
compró la concesión».[10] Esto supuso una:
«Terrible aventura».[11] Terrenos expropiados que
se vendían en condiciones favorables a los franceses que estaban trabajando
allí. Terrenos ubicados muy cerca de un Pacífico que crecía e inundaba los
terrenos de manera constante. Esto
supondrá el endeudamiento familiar. En El
amante aparecen dos núcleos principales: la relación de la narradora con su
madre y sus dos hermanos: el hermano
mayor y el hermano pequeño; y la historia de amor de esta, cuando apenas tenía
quince años, con el chino del norte. Ambos núcleos ligados por el dinero. Ella, una bisagra entre
esos dos mundos. La escritura le servirá a Duras para alejar el asco y la
vergüenza de esa niña por su madre. A través de esta, la pequeña se convierte
ya no en una prostituta cuyo amante chino la proveía del dinero que necesitaba
su familia sino en la muñeca de amor del chino. Cabría preguntarse en qué
medida todo acto de sacrificio implica un sentimiento amoroso o si todo acto
amoroso implica una historia de sacrificio.
Bibliografía
DURAS, M. El amante. Barcelona: Editorial Tusquets.
2018.
ALDER, A. Marguerite
Duras. Barcelona: Editorial Anagrama. 2000.
Webgrafía
[1] DURAS,
M. El amante. Barcelona: Editorial
Tusquets. 2018.
[2] ALDER,
A. Marguerite Duras. Barcelona:
Editorial Anagrama. 2000.
[3] DURAS,
M. El amante. Barcelona: Editorial
Tusquets. 2018.
[4] Ibíd.,
p. 32
[5] ALDER,
A. Marguerite Duras. Barcelona:
Editorial Anagrama. 2000.
[6] DURAS,
M. El amante. Barcelona: Editorial
Tusquets. 2018.
[7] Ibíd.,
p. 14
[8] ALDER,
A. Marguerite Duras. Barcelona:
Editorial Anagrama. 2000.
[9] Ibíd.,
p. 512
[10] DURAS,
M. El amante. Barcelona: Editorial
Tusquets. 2018.
[11] Ibíd.,
p. 12
Comentarios
Publicar un comentario