Hamlet. Locura y Verdad


Luz María Arango Uribe






Hamlet es una tragedia literaria colmada de contradicciones reflejadas en un mundo de apariencias. Cada personaje piensa de una manera pero actúa de otra. No se sabe a ciencia cierta cuáles son sus intensiones.  Desde el inicio hasta el final, el lector permanece con la duda. ¿Es Gertrudis, la madre de Hamlet, cómplice de Claudio en la muerte del Rey Hamlet? ¿Está Hamlet enamorado de Ofelia?  ¿Por qué unos ven el espectro del Rey Hamlet y otros no?¿Ofelia murió en un accidente desafortunado, o, tal vez, se suicidó? ¿Es la locura de Hamlet otra apariencia más de la tragedia de Shakespeare?  

¿Está Hamlet realmente loco?  Este aspecto del protagonista, resalta desde el acto primero. 
Considero que la tragedia de Hamlet no es la locura o la venganza.  La tragedia de Hamlet es esa verdad que descubre y tiene que enfrentar.  Yo la llamo: La Locura de la Verdad.  Se aprecia no solo en los diálogos, sino además en las intervenciones poéticas y soliloquios que le  suman al personaje ese aspecto “pensante” del modernismo de Cervantes ,donde los personaje van más allá de la acción.
En la escena IV del acto I, Hamlet sostiene un diálogo con el rey Claudio y con su madre Gertrudes, donde se puede apreciar el lenguaje poético y su pensamiento respecto a la apariencia.

CLAUDIO: ¿Qué sombras de tristeza te cubren siempre?
HAMLET: Al contrario, señor, estoy demasiado a la luz (1)

Hamlet es un personaje que “acomoda” la locura según las circunstancias en las que se tiene que mover.

GERTRUDIS.-Pues si lo es, ¿por qué aparentas tan particular sentimiento?
HAMELT.-¿Aparentar? No señora, yo no sé aparentar? Ni el color negro de este manto, ni el traje acostumbrado en solemnes lutos, ni los interrumpidos sollozos, ni el los ojos un abundante río. ni la dolorida expresión del semblante, junto con las fórmulas, los ademanes, las exterioridades de sentimiento; bastarán por sí solos, mi querida madre, a manifestar el verdadero afecto que me ocupan el ánimo.  Estos signos aparentan, es verdad; pero son acciones que un hombre puede fingir…Aquí, aquí dentro tengo lo que e más que apariencia, lo restante no es otra cosa que atavíos y adornos del dolor (2)

Su único afán es descubrir al asesino de su padre. La aparente locura, la obra de teatro que propicia en el palacio con el argumento del asesinato de su padre, el rey Hamlet es una acción planeada meticulosamente, con el único objetivo de evidenciar al asesino, el Rey Claudio. 
Otros aspectos no tan relevantes pero que merecen la pena mencionarse son la fidelidad de Polonio y Horacio, una clase social media de la época, quienes sirven al rey y al príncipe con devoción.  Por otro lado, aparece también el mundo de la mujer obediente y sumisa, como Ofelia,  y ambiciosa y poderosa, como la reina. 
Shakespeare, desde pequeño, tuvo contacto con la realidad política y religiosa de la época Isabelina.  Desde los 11 años su padre lo llevaba a las fiestas que celebraba  Robert Dudley (1532-1588), el gran amor de la reina Isabel I.  La Inglaterra en la que creció William Shakespeare estaba además  colmada  de enfermedad y muerte y de conflictos religiosos heredados desde el reinado de EnriqueVIII:   María Tudor, hija con Catalina de Aragón,  católica por convicción familiar e Isabel I protestante hija de la controvertida Ana Bolena. Don mujeres que se enfrentaron por un reino.  Es un contexto que de alguna manera sostiene la obra del escritor.  Conflictos religiosos y familiares donde el poder y la envidia van construyendo la trama.
Desde que William Shakespeare llegó a Londres y empezó a trabajar en la entrada del teatro como mozo de caballos, observó cuidadosamente el gusto del público, con cuáles situaciones vibraba, con qué se conmovían.  Tenía claro que eso sería lo que escribiría en sus obras y lo que lo hizo un escritor comercial, un escritor que llena teatros desde sus inicios; primero en espacios alquilados y luego en el teatro del Globo, a orillas del río Támesis, del cual fue socio.
Shakespeare logra que sus personajes sean vistos como seres humanos reales. Seres humanos complejos, ambiguos, confusos, en los que se reflejan tanto los espectadores del siglo XVI como a los del siglo XXI.  Los personajes son espejos donde cada lector se ve a sí mismo:  sufre igual, ama igual, odia igual.  Realmente a Shakespeare no le interesa ayudar al lector a descifrar esta ambigüedad y eso es precisamente la magia de su escritura: la tragedia que vive el lector en cada una de sus escenas.  Ese es el éxito de su obra. Por eso es universal porque su obra es el teatro de la vida misma en cualquier parte del planeta. 

Biblioteca Virtual Universal, 2003
2. Ibid


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