Farabeuf, Cosmos y La casa de Jack: la trama detectivesca en la creación artistica


Farabeuf, Cosmos y La casa de Jack: la trama detectivesca en la creación artística
1.     Resumen
La novela del Farabeuf o la crónica de un instante (1965) del escritor mejicano Salvador Elizondo es una de las obras más representativas y carnales del llamado genero novela de escritura. En ella, Elizondo desmiembra al tiempo literalmente. Enerva un entresijo de narrativo basado en una estructura de discos concéntricos, giratorios uno alrededor de otro, y que acaba generando en el lector una sensación de angustia existencial e interrogación perpetua. El objeto del presente articulo es analizar la forma en que el autor utiliza la estructura de novela policiaca en algunos pasajes de la obra —sobretodo, con algunas de sus voces narrativas— para sostener la atención del lector y como otros autores de obras de similar índole se han servido de esta misma estructura. En concreto, se hará referencia a la novela Cosmos de Witold Gombrowizc (1967) y la reciente obra cinematográfica La casa de Jack (Lars Von Trier, 2018).  

Palabras clave: Farabeuf, instante, Cosmos, Jack, Salvador Elizondo, Lars Von Trier, Witold Gombrowizc.

2.     Introducción
En Farabeuf o crónica de un instante (Salvador Elizondo, 1965), la trama se aborda desde un lugar indescifrable. Por mucho que lo intente, el lector es incapaz de seguir el discurso narrativo del escritor, porque este, en si mismo, carece de orden lógico. Es una narrativa cambiante, en constante evolución a lo largo de la novela, de modo que el lector ha de aferrarse a lo único que Elizondo le permite: el acertijo. Al igual que hizo Witold Gombrowizc en su novela Cosmos (1967) o Lars Von Trier con su última película: La casa de Jack (2018), la novela de Elizondo incluye cierta estructura de resolución de enigmas (o recapitulación de información) propia de la novela policiaca. Esta cadena de pistas es lo único mantiene que al lector menos entusiasta atento a la lectura, tal y como se analizará en los siguientes puntos. 


3.     Estructura policiaca: el acertijo
Como ya se ha comentado previamente, la novela de Elizondo supone un salto al vacío narrativo. Y no estamos hablando de un salto figurado, ya que Elizondo estructura su novela en torno a un vacío imposible de llenar con ninguna trama o explicación lógica. No obstante y para que el lector sea capaz de seguir los acontecimientos de la novela (acontecimientos que, todo sea dicho, son tan ficticios e irreales como hablar del proceso de escritura mientras se escribe), el autor utiliza una serie de elementos físicos recurrentes que, a modo de pistas, hilvanan una especie de mapa de ruta dentro de la irrealidad generada por la obra. De entre todos esos elementos, los de más importancia son:

·      Una estrella de mar.
·    Un símbolo oriental dibujado en una ventana (el cual, a su vez, coincide con la forma de una estrella de mar y que simboliza el número 6).
·      Una mesa en la que Farabeuf (o cualquier otra identidad narrativa) tropieza al entrar a la casa. 
·      Un espejo donde las voces narrativas se ven reflejadas.
·      Una Tabla ouija.
·      El I ching.
·      Un Cuadro (o fotografía) a la que se hace referencia continuamente.

A partir de estas pistas, el lector, tratando de agarrarse a ellas como un naufrago a un salvavidas en mitad del océano, quizá se plantee las siguientes cuestiones:

·      ¿Por qué está podrida la estrella de mar? ¿De dónde ha salido? ¿Es importante en el desarrollo de los acontecimientos? ¿Se parece realmente al símbolo de la ventana? ¿Se parece a la figura del supliciado?
·      ¿Qué significa el símbolo oriental? ¿Por qué el número 6?
·   ¿Qué significado tiene el tropiezo con la mesa? ¿Y sus patas? ¿En ellas hay una quimera (símbolo de lo imposible, ficticio o lo fantástico) o un tigre? ¿Por qué tropieza Farabeuf al entrar a la casa? ¿Es él realmente quien tropieza?
·    ¿Quién aparece en el espejo? ¿Tiene sentido la teoría de que alguna voz es el reflejo de un personaje recapacitando sobre su propia existencia?
·   ¿Con quién se pretende con la tabla ouija? ¿Hay realmente un ente físico moviéndola (la Enfermera)? ¿Tiene algo que ver con el supliciado?
·      ¿Qué es el I ching? ¿Qué es un clastro?
·      ¿Son las imágenes del cuadro las imágenes narrativas o son los reflejos del espejo?

Y de este modo se genera en el lector una infinita sucesión de preguntas que no hacen otra cosa que desatar su curiosidad. Son ganchos, cientos de ellos, lanzados con tanto tino que a poco que el lector muestre un poco de interés por el ejercicio de forma orquestado por el autor, caerá irremediablemente presa de la intriga. Pero, a parte de estos anzuelos de atención, Elizondo también utiliza otra herramienta clásica de novelas de detectives: la recapitulación de hechos.

 “Para poder resolver el complicado rebus (jeroglífico) que plantea el caso, es preciso, ante todo, ordenar los hechos cronológicamente, desposeerlos de significado emotivo, hacer, inclusive, antes de ese ordenamiento en el tiempo, un inventario pormenorizado de ellos…” (Farabeuf o crónica de un instante, Página 145, Catedra).

Cómo se aprecia en este fragmento, Elizondo expone de manera literal la complejidad de la narrativa empleada en su novela y por ello establece como necesario detenerse para resolver el caso con todos los hechos acontecidos hasta ese momento. Este sustantivo —«caso»—, empleado en referencia a su narrativa, no hace sino ratificar la idea que en la mente del lector sobre el cariz detectivesco de la trama. Esta afirmación es, por supuesto, errónea en cuanto al contenido de la obra, pero no va desencaminada en cuanto a la forma. Elizondo utiliza el juego de los enigmas y espejos para mantener al lector pegado a sus páginas e incluso resalta, llegado el momento, una voz narrativa que ejerce prácticamente como investigador; la voz del alumno:

“—Nos aburre usted con sus descripciones pormenorizadas de la situación en la que nos encontramos. La situación es un hecho, no una idea que puede ser llevada y traída. Olvida usted sus orígenes, maestro”. (Farabeuf o crónica de un instante, Página 152, Catedra).

 “No es todo infundado suponer que ese hombre haya sido usted, maestro Farabeuf, pues existe constancia de que al llegar al Carrefour… ”. (Farabeuf o crónica de un instante, Página 153, Catedra).

“Permítanos ayudarle, querido maestro. Es necesario que recobre usted la imagen de su juventud. Es así como podremos apresar los datos más certeros. No olvide usted que en «sus tiempos» la lluvia empañaba los cristales igual que en nuestros días. La vida, ese proceso que se suspende y que a la vez se sintetiza en la apariencia de esa carroña que usted, querido maestro, está acostumbrado a manipular y a tasajear yerta, verdosa, inmóvil y exangüe...”. (Farabeuf o crónica de un instante, Página 154, Catedra).

Esta voz —la del alumno— predomina la mayor parte del tercer capitulo de la novela que es, además, el capitulo con más tintes detectivescos de la obra. Mediante el uso de esta, Elizondo se cuestiona a si mismo acerca de los límites de la concepción literaria y su propio proceso de creación artística, haciendo al lector participe de todas sus inquietudes. El lector se siente identificado, de algún modo, con el alumno que lanza las cuestiones al doctor Farabeuf; se convierte en una especie de Watson en busca de respuestas a preguntas que nadie ha formulado (y que nadie formulara), y de ese modo Elizondo consigue mantener su atención hasta la ultima palabra de la novela. 


4.     Otras estructuras policiacas en la creación artística. Comparación de la estructura detectivesca de Farabeuf o crónica de un instante con Cosmos (Witold Gombrowizc) y La casa de Jack (Lars Von Trier).
Del mismo modo que Elizondo utiliza la estructura policiaca para dotar de cohesión a su obra, otros autores se han basado en la trama detectivesca para tratar de conceptualizar el proceso de creación artística. En concreto existen dos obras donde este hecho se observa claramente: la novela Cosmos (1967) de Witold Gombrowizc o la película de Lars Von Trier La casa de Jack (2018), cuyas características, en relación a lo policiaco y a la novela de Elizondo, se presentan a continuación:

·      Cosmos y Farabeuf:

En Cosmos (1967), Witold Gombrowizc cuestiona la naturaleza de la realidad y, al igual que Elizondo en Farabeuf (1965), pone a prueba los mimbres de la creación artística mediante una concatenación de circunstancias y elementos físicos relacionados entre sí. En lugar de una tabla ouija o un espejo, Gombrowizc dispone como elementos desencadenantes de la acción un gorrión, una boca y una tetera (entre otros). En ambas novelas esta cadena circunstancial existe solo y exclusivamente si el lector participa de ella, y como principal diferencia cabría reseñar que, pese a su complejidad, la novela de Gombrowizc es algo más «amable» con el lector. Al sucederse los hechos de forma cronología y al tener un protagonista (y personajes secundarios definidos), el lector encontrará mucho más fácil su lectura. De un modo u otro, ambos autores se sirven de la estructura detectivesca para reforzar y transmitir su meta lenguaje y exponer sus percepciones acerca la naturaleza de la realidad creativa.


·      La casa de Jack y Farabeuf:

De más reciente creación es la película La casa de Jack (2018) de Lars Von Trier. En ella, el espectador encuentra un asesino psicópata que se dedica, básicamente, a matar mujeres. Pero la película va mucho más allá. El asesino no mata «solo» mujeres, sino que mata a los estereotipos que la sociedad (y puede que el mismo director) ha creado de estas: la mandona, la avariciosa, la madre, la tonta…, y Lars Von Trier aprovecha la circunstancia de estas muertes para realizar una analogía entre el asesinato y la creación artística. Esta es la primera similitud que encontramos con la novela de Elizondo, ya que este ultimo sitúa a la creación literaria en un plano donde convive con la cirugía y un suplicio donde un cuerpo humano es desmembrado a conciencia. La segunda característica que comparten ambas obras es, como se ha mencionado previamente, el matiz detectivesco. En La casa de Jack, Jack es el asesino y, como tal, debe borrar sus huellas y huir de la policía. Desde el mismo inicio de la película, al espectador le queda muy claro que no se encuentra ante un thriller al uso y, aún así, sigue pendiente de qué ocurrirá con Jack y si este logrará escapar o si será castigado por sus fechorías. Es decir, que la trama policial, al igual que ocurre en Farabeuf, vuelve a dotar de estructura a la obra para que pueda ser transmitida al receptor final. Como diferencia fundamental con la novela de Elizondo, y al igual que ocurre en Cosmos, en La casa de Jack existe un protagonista que sirve de ancla narrativa al espectador.


5.     Conclusión
Tal y como ha quedado expuesto, la trama detectivesca (o policiaca) resulta de gran ayuda para articular obras artísticas que pretendan cuestionarse la realidad o el mismo proceso de creación artística. Mediante la concatenación de pistas —aleatorias o simbólicas— propios de la novela policial se ayuda al lector a seguir la lectura (o visionado de una película) hasta sus ultimas consecuencias y, de este modo, asegurar que no se rompa el necesario vinculo emisor – receptor, fundamental en todo proceso de comunicación artística.


6.     Bibliografía

·      Elizondo, Salvador: Farabeuf o crónica de un instante (1965).
·      Gombrowizc, Witold: Cosmos (1967).

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