Al faro: "La visión de Woolf que no se quedó en el desván"

Al faro: “Una visión que no se quedó en el desván”

WOOLF, Virginia. To the Lighthouse.
Edición de Penguin English Library (1ª Ed. 2018)


«Las mujeres han servido todos estos siglos como espejos que poseían el poder mágico y delicioso de reflejar la figura de un hombre el doble de su tamaño natural».
- Virginia Woolf (en Una habitación propia)


Una serie de momentos y pensamientos fugaces completan esta magnífica novela de Virginia Woolf, Al Faro, a la vez que construyen la visión de su autora.  Una visión iluminada por un faro que marca el paso del tiempo, el relevo generacional, marcado por el retrato que Woolf compone de sus personajes principales, especialmente Mrs. Ramsay y Lily Briscoe, uniendo a dos generaciones de mujeres en un momento clave en el que las estructuras se tambaleaban tras la Primera Guerra Mundial. La novela sirvió como nexo de unión entre el pasado, representado por Mrs Ramsay (personaje para el cual la autora se inspiró en su madre) y el futuro, representado por su alter-ego, Lily Briscoe. Debido a la complejidad temática y simbólica de la novela, en este texto el foco se pondrá sobre el tema de los roles de género a través de un análisis de los personajes, fragmentos de sus monólogos interiores y sus acciones.
«That they should begin so early», se queja Mrs Ramsay haciendo referencia a su hijo pequeño y a las estructuras de masculinidad que se pasan de generación en generación. Las diferentes generaciones masculinas están representadas por Mr Ramsay, el marido que aparece dos veces más grande en el reflejo de su mujer, el joven Charles Tansley, que es la voz que susurra al oído de Lily «women can’t paint, women can’t write» y el pequeño James Ramsay, como última pieza aún no engrasada en la maquinaria del patriarcado, al que su madre, Mrs Ramsay, quiere proteger.  No quiere que crezca porque sabe cual será su futuro. Frente a esta construcción de superioridad de lo que Woolf llamaba «el otro sexo», se contraponen las debilidades del mismo. Por ejemplo, algo tan humano como lidiar con el dolor por la perdida de un ser querido se explora desde las dinámicas sociales que permiten (o bloquean) un luto orgánico cuando muere Mrs Ramsay, dejando a Mr Ramsay descolocado, sin poder llorar, sin un espejo en el que reflejarse y con una duda existencial que le atormenta: ¿cuál es el sentido de la vida?  Mr Ramsay dice: «should any sleeper fancying that he might find on the beach an answer to his doubts … no image … comes readily to hand bringing the night to order and making the world reflect the compass of his soul» (pág. 132). Mr Ramsay es un intelectual obsesionado con la tradición, con ser recordado, pero sin el espejo de su mujer, se desinfla su fortaleza, su visión y su identidad.
La duda existencial, la inevitabilidad del paso del tiempo y, por lo tanto, del progreso, impregna a todos los personajes y se refleja en el fragmento intermedio de la novela en el que se describe la casa vacía junto a los cambios de los diez años que se representan. Los personajes comparten, desde sus realidades subjetivas, esa preocupación constante por dejar de existir. Pero ¿es en sentido literal o metafórico? La preocupación parece más la extinción de la estructura existente y la inestabilidad que los cambios podrían producir. El faro permanece a través de la novela como una presencia perenne (como las olas que rompen) que ilumina el incesante paso del tiempo, el relevo generacional y los intentos nostálgicos de los hombres por volver a un pasado añorado y de las mujeres para alcanzar un nuevo futuro.
Lily Briscoe, una artista que funciona como alter-ego de la autora, también quiere trascender su existencia, dedicarse a su obra  y no seguir las dinámicas sociales que prevalecían en esa época para las mujeres, principalmente casarse y ser madre. Es la heroína de Al faro. Un eco que se refleja también en las hijas de Mrs. Ramsay: Nancy, Rose y Cam, que sueñan con una vida alejadas de la domesticidad – viajar a París, explorar, salir de la convención. En la novela se “castiga” a las mujeres que se conforman después de presentar su conformismo – ya que mueren Mrs Ramsay (mujer estereotipo de la época) y Prue (que sigue los pasos de su madre)– matando así un ideal de mujer obsoleto. Esto se refuerza enfocando el arco de cambio sobre Lily, la mujer independiente y poco convencional.
Mrs Ramsay tiene momentos de lucidez en los que se da cuenta de que está atrapada en una estructura que le ha sido impuesta, como en la escena en la que su mayor preocupación es que la cena sea perfecta en todos los sentidos. «Life stands still here», dice como lucha al cambio, al paso del tiempo. No faltan exploraciones sobre las dificultades que se encuentran las mujeres si quieren salirse de lo establecido, las dificultades de destruir un patriarcado que aún, en el siglo XXI, sigue vivo y coleando. «Women are always like that; the vagueness of their minds is hopeless; it was a thing he had never been able to understand; but so it was». La Guerra, por ejemplo, no hace más que reforzar estas dinámicas que la sociedad ha instalado tanto en los hombres como en las mujeres. «An integral component of the gender’s compensatory machinery, the pathetic fallacy personifies a natural world that mourns along with the bereaved», una reflexión que Woolf explora basándose en el mundo que dejó la Primera Guerra Mundial.
El vaivén de las olas y la luz del faro marcan el ritmo del cambio y la sensación de que «no hay tiempo que perder».  Los cambios cuestan. Salirse de las estructuras no es fácil. El bloqueo creativo de Lily representa esta dificultad. Una dificultad que en la novela se debe a las expectativas que tiene sobre su obra, la trascendencia de la misma y su rol en la sociedad. La voz de Charles Tansley se escucha y recuerda a Lily, y por lo tanto a Woolf, constantemente de que «women can’t paint, women can’t write». Una vez ambas aceptan que el destino de su creación no eclipsa la catarsis de su visión y su experiencia, Lily consigue acabar el retrato de Mrs Ramsay con un último brochazo que coincide con las palabras que cierran la propia novela Al faro: la visión de Virginia Woolf que no se quedó en el desván.

Alberto Pickers (Grupo tarde)

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