Lo germánico y lo anglosajón en Borges


Si el sueño fuera (como dicen) una 
tregua, un puro reposo de la mente, 
¿por qué, si te despiertan bruscamente, 
sientes que te han robado una fortuna? 
J.L.Borges

Borges (1899-1986) sentía una profunda pasión tanto por la literatura germánica medieval como por el inglés antiguo. De hecho, en su lápida aparece una inscripción en esta lengua: «And ne forhtedon na».

De los trece relatos que conforman El libro de la arena (1975), «Ulrica» es un ejemplo de la fascinación del autor por el mundo germánico medieval y cuyo tema, nada frecuente en Borges, es el amor. En el epílogo, dice: «el tema del amor es harto común en mis versos; no así en mi prosa, que no guarda otro ejemplo que el de “Ulrica”»[1]. En este, se incluyen referencias históricas al mundo germánico:

—No es la primera vez que los noruegos entran en York.
—Así es  —dijo ella—. Inglaterra fue nuestra y la perdimos, si alguien puede tener algo o algo puede perderse.[2]

Además de ese gusto por lo germánico, Borges siempre encontrará el momento perfecto para hilvanar la historia y mencionar a los maestros de la literatura universal que tanto le influyeron, así como a los filósofos: William Blake, De Quincey, Ibsen, Schopenhauer.

Escribir para Borges es alumbrar ese material onírico concebido en la imaginación. Para el escritor, la literatura no es sino un sueño dirigido en el que el lector reinvente todo lo que el escritor ya ha inventado. Para él, la invención es fruto del sueño: «—Todo esto es como un sueño —dije—  y yo nunca sueño».[3]

Mientras que en «El soborno» desvía su enfoque y pasa a la literatura anglosajona. La evidencia son los títulos de los libros a los que hace mención: La balada de Maldon, el fragmento heroico de Finnsburh, Beowulf. Sin embargo, este será un tema secundario ante el tema principal que Borges quiere tratar: la ética: «Un pecado nos une: la vanidad. Usted me ha visitado para jactarse de su ingeniosa estratagema; yo lo apoyé para jactarme de ser un hombre recto»[4]. En el epílogo de  El libro de la arena, Borges comenta: «Siempre me ha sorprendido la obsesión ética de los americanos del Norte; “El soborno” quiere reflejar ese rasgo»[5].

La originalidad de Borges, en este libro, radica en recontar las antiguas historias de las literaturas germánicas medievales desde otro punto de vista. Para Borges, la originalidad del escritor radica en la forma en la que las metáforas se expresan porque, para él, las más significativas e importantes ya se han escrito. Dirá que todo lo que él ha hecho estaba en Poe, Stevenson, Wells, Chesterton y, añadía, en algún otro. Con este «algún otro» hace implícito a escritores anónimos o célebres que le han ocupado sus muchas horas de lectura. 



    
[1] BORGES, J.L. El libro de la arena. Barcelona: Debolsillo. 2017
[2] Ibíd., p. 24
[3] Ibíd., p. 26
[4] Ibíd., p. 127
[5] Ibíd., p. 156




Bibliografía:
BORGES, J.L. El libro de arena. Barcelona: Debolsillo. 2017

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